- Valencia se ha convertido en una ciudad especial para la novela negra.
- Mejías es uno de los mejores detectives de la ciudad.
Con La ciudad de la memoria, Santiago Álvarez se unió al grupo de escritores de novela negra capaces de dar vida no solo a un buen personaje, como es el detective Mejías, sino también a una ciudad, Valencia, que tenía que entrar, tarde o temprano, en la terna habitual constituida por Madrid y Barcelona. De hecho, la ciudad y su pasado, que ya tenían una gran importancia en su primera novela, vuelven a ser protagonistas en esta segunda entrega, El jardín de cartón. Como nota curiosa, el propio autor suele hacer visitas guiadas a la ciudad, donde descubre misterios, secretos y lugares de leyenda que muchos de sus propios habitantes, desconocen. Hoy hemos tenido la suerte de contar con el propio Álvarez para preguntarle por su novela.
¿Cuándo escribiste el primer libro pensabas que el personaje iba a tener una continuidad?
Sí, sí, lo tenía muy claro. A mí no me gustan las novelas como Sherlock Holmes, es decir, un personaje que no evoluciona, un depositario de los sucesos que le vienen a su alrededor, un testigo de la historia, que está a su alrededor. Para mí, Mejías es parte de la historia y tiene que evolucionar, se trata de crear un caso que siempre es una excusa para generar unas fuerzas que hacen cambiar al personaje. Tenía claro que Mejías tenía más recorrido y también tengo claro que Mejías no puede tener un número infinito de Mejías. Será un número reducido, no se pueden introducir tantos cambios.
¿No se va a convertir en un Bernie Gunther, que sigue sacando pequeños detalles entre las historias principales para seguir un poco más? Supongo que el recorrido de Mejías vendrá determinado por momentos clave.
Sí, además, como decía aquel, ‘Yo nunca me venderé excepto por la cantidad de dinero suficiente’. Hombre, imagínate que me dijeran vamos a hacer una serie de televisión o un contrato brutal, necesitamos más Mejías, ¡pues claro! Pero no, la idea es que no. La idea es que sea limitado en el tiempo, tengo pensada una entrega más. Lo que ocurre es que yo no soy Mejías, yo soy muchas más cosas, así que es más por mí. Quiero hacer también otro tipo de historias, otro tipo de novelas y creo que el recorrido de Mejías está bien, pero tendrá su principio y tendrá su final.
Yo siempre trato de juntar a Valencia, a la tradición y a lo moderno. ¿Y qué hay en Valencia más que una más la tradición antigua con la actualidad? Pues las Fallas.
¿Qué nos puedes adelantar de esta novela?
Esta novela es un caso especial. Yo siempre trato de juntar a Valencia, a la tradición y a lo moderno. ¿Y qué hay en Valencia más que una más la tradición antigua con la actualidad? Pues las Fallas. El jardín de cartón es una novela que transcurre en Fallas, empieza con la primera mascletá el 1 de marzo y termina en la noche de la cremá, el 19. En esos 19 días sucede el caso. Y bueno, es un caso que comienza con la búsqueda imposible del único whisky destilado en tierras valencianas hace 200 años y que eso va a desembocar en una serie de cosas que no parecían tener cabida al principio de la historia y todo eso viene paralelo con una historia que llega del pasado, 100 años atrás, de una población en las montañas, en Navajas. Una serie de villas burquesas que se construyeron allí hace un siglo para recreo de los ricos. Allí nace una historia que se va a ir acercando al presente, y de alguna manera confluirán.
El mundo es demasiado grande para nosotros y necesitamos construir unos muros de hormigón, unos pasillos que son las ciudades en las que nos sentimos más seguros.
De nuevo la ciudad y el pasado tienen una gran importancia en la novela.
Sí, para mí somos ciudadanos, hay que decirlo, más que urbanitas, somos ciudadanos. El mundo es demasiado grande para nosotros y necesitamos construir unos muros de hormigón, unos pasillos que son las ciudades en las que nos sentimos más seguros. Pero cuando salimos al campo, a lo rural, parece que estamos desprotegidos. Entonces la ciudad es muy importante para mí y también el tema del pasado. Que siempre aparece de manera necesaria, porque el pasado es algo que llevas siempre contigo. Hay cosas del pasado que van con los personajes y que aparecen en el presente.
¿Habrá nuevas rutas Mejías por la ciudad de Valencia con este nuevo libro?
Sí, de hecho, la ruta que hago no es exactamente una ruta Mejías, en el sentido de que puedes no haber leído el libro y yo enseñarte lugares y escenarios de Valencia que no necesariamente aparecen en la novela, pero que son importantes. Eso lo voy a combinar con una visita guiada a la maqueta que puede verse en el MUVIM. Allí han restaurado una maqueta que es la ciudad de Valencia en 1704, a partir del plano del Padre Tosca. Yo suelo explicar esa ciudad en plano, pero verlo en maqueta es alucinante. Valencia tiene una cosa muy especial que en muchas ciudades no ocurre, y es que la semejanza y las diferencias en solo 300 años son increíbles. Hay muchísimas coincidencias y muchísimas cosas que no tienen nada que ver. En el fondo eso encaja con el tema del pasado, somos lo mismo que éramos antes, pero al mismo tiempo hemos cambiado, y eso es algo que me fascina.
Santiago Álvarez
El Jardín de Cartón