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Valdemar: ‘Vivíamos al borde del abismo, cada libro era una apuesta ciega’

AutorAlfredo Álamo el 19 de septiembre de 2016 en Entrevistas
  • Todo lo que siempre quisiste saber sobre la editorial Valdemar.
  • Acaban de llegar al número 100 de su mítica colección gótica.

Portadas de los Libros de Sangre y Los cantos de Maldoror.

Si tuviéramos que escoger una editorial independiente que llevara años siguiendo su propio camino dentro del panorama editorial español, logrando además un importante reconocimiento por su labor y buen hacer, esa sería, sin duda, Valdemar. Llevan desde hace casi treinta años trabajando con libros y géneros con los que muy pocos se atreverían, consolidando varias de sus colecciones como indispensables para todos los amantes de la literatura fantástica y decimonónica. Hoy tenemos la suerte de poder hacerle unas pocas preguntas a Rafael Díaz Santander, una de las cabezas pensantes de esta editorial.

Lleváis desde los años 80 editando en Valdemar. Además de vuestro interés por expandir el caos y la maldad, ¿qué os empuja a fundar una editorial así?

En realidad los primeros libros de Valdemar salieron en 1987, auspiciados por el caos y la maldad, efectivamente, pues por aquel entonces no teníamos ni idea del mundo de la edición, ni había cursos ni nada donde aprender, de modo que éramos dos pardillos intelectuales caóticos en las garras de los malvados impresores… Decidirnos a editar fue como la llamada de la selva o algo así. Seguimos una pulsión que estaba dentro de nosotros, como domesticada. Por aquellos años esa pulsión se centraba más bien en la “literatura fantástica” en general, que a nuestro entender estaba bastante maltratada en España. Nuestro primer proyecto fue la colección Tiempo Cero, y si consultas los títulos aparecidos allí puedes comprobar que no se ceñía únicamente al terror, sino que abarcaba géneros relacionados como el misterio, la ciencia ficción, lo extraño, lo extravagante… era casi un muestrario de todo lo que íbamos a desarrollar posteriormente, que no es expandir el caos y la maldad, pues este mundo es esencialmente malvado, sino la bondad de lo demoniaco, de lo irracional, de lo tenebroso…

Han pasado casi treinta años y no puedo desprenderme del todo de esa sensación de que todo puede acabar en cualquier momento. El equilibrio en el mundo del libro es muy precario, y ahora más que nunca. Si quitas una pieza todo se derrumba.

¿Teníais clara la línea editorial que luego habéis seguido?

Por aquella época ni siquiera teníamos claro si íbamos a continuar mucho tiempo. Lo cierto es que vivíamos al borde del abismo, cada libro era una apuesta ciega, como en el póker. Tuvimos suerte en momentos muy delicados, cuando parecía todo perdido. Este sentimiento de provisionalidad es algo que no me he quitado de encima todavía. Han pasado casi treinta años y no puedo desprenderme del todo de esa sensación de que todo puede acabar en cualquier momento. El equilibrio en el mundo del libro es muy precario, y ahora más que nunca. Si quitas una pieza todo se derrumba. En cuanto a la línea editorial, teníamos claro mantener una cierta calidad en las ediciones y un espíritu abierto a todos los géneros, aunque nuestra debilidad era la literatura fantástica, está claro. Estábamos muy influidos por aquellas colecciones que leíamos de pequeños, como “Crisol” o “Austral”, que situaban al mismo nivel a Dostoyevski o Flaubert con S.S. Van Dine o Rider Haggard. Estábamos, y estamos, poseídos por el demonio del eclecticismo.

A lo largo de estos años habéis explorado desde la novela gótica al ensayo más psicotrópico, pasando por temas que en principio parecían agotados, como la novela del Oeste clásica. ¿Qué género o temática os gustaría incorporar?

Bueno, como he dicho antes, no sólo teníamos un espíritu ecléctico sino que los acontecimientos nos fueron empujando a diversificarnos. Estaba claro que con la literatura fantástica, o con el terror, no íbamos a poder mantener una estructura editorial mínimamente solvente, sobre todo si tenemos en cuenta la Gran Fragmentación que se fue dando en España entre Literatura Pedorra y Literatura de Género, entre lo Serio y lo Inútil, propiciada por un periodismo cultural extremadamente timorato, así que fuimos sumando colecciones y géneros, siempre dentro de nuestros gustos, sin concesiones a la comercialidad más descarada.

Ahora, con el tiempo, creo que tal vez hicimos demasiadas colecciones y algunas se han ido quedando sin actualizar debido a la Gran Crisis de comienzos del siglo xxi. Cuando sacamos hace dos o tres años la Colección Frontera pensábamos que no iba a tener mucho recorrido, teniendo en cuenta la cantidad de prejuicios culturales que había que romper, era una apuesta ciega, y sin embargo está teniendo una acogida sorprendente. Así son las cosas en este mundillo. Nunca sabes nada. Ahora mismo estamos más centrados en atender las colecciones que ya tenemos y en reeditar que en incorporar nuevas temáticas o géneros; nosotros estamos ya bastante quemados y el mercado del libro está viejo. Pero, ¿quién sabe…?

Habéis publicado hace poco el número 100 de la Gótica con Los Cantos de Maldoror. ¿Qué tiene de especial este libro?

Es un libro escrito por un uruguayo loco de 23 años que se suicidó un año después y del que apenas hay datos biográficos. Una obra ignorada y olvidada en un polvoriento rincón de una imprenta, rescatada veinte años después de ser impresa y celebrada por los surrealistas. Parece el argumento de uno de esos thrillers literarios tan en boga hoy día. Es una obra de una oscura poesía frenética, irreverente, atea y surreal. Un feroz alegato en contra de la miserable condición humana y de su último responsable: el Creador. Por otra parte, es una obra que fulmina casi todas las convenciones literarias, genéricas y morales hasta la fecha, con la bendita excepción del Marqués de Sade. Siempre nos habíamos planteado publicarla, casi desde los inicios de Valdemar. Un día, conversando con Santiago Caruso sobre literatura, nos expresó su deseo de ilustrar Los Cantos de Maldoror, una de sus obras de referencia, y nuestra también, claro. En ese momento decidimos que podría ser el número 100 de la Gótica.

Además estoy convencido de que los autores más interesantes del panorama literario español en este momento están relacionados más o menos directamente con lo que podríamos denominar “weird”.

La colección Insomnia está dedicada al terror actual y en ella han aparecido varios autores españoles. ¿Qué tal la experiencia?

La experiencia ha resultado muy interesante. Los autores españoles que hemos editado en Insomnia, a saber: Emilio Bueso, David Jasso y Jesús Cañadas, son gente de trato agradable y con las ideas bastante claras respecto a la situación del género en España y lo que se puede esperar de este mercado. Hemos tenido además la oportunidad en estos últimos años de conocer, tanto en persona como en las redes sociales, a algunos autores que se mueven en el género y me he llevado impresiones muy favorables. Hay buena sintonía entre ellos. Quizás son un poco quiméricos o frikis en algunas cosas, pero no les veo tan propensos a la autocomplacencia y al abuso de la propia estimación como a los autores de mainstream. Además estoy convencido de que los autores más interesantes del panorama literario español en este momento están relacionados más o menos directamente con lo que podríamos denominar “weird”. Basta con echar un vistazo el catálogo de Aristas Martínez, Salto de Página o Jekill & Jill, por poner un ejemplo…

Tengo debilidad por las editoriales con una línea muy marcada, con personalidad, como Aristas Martínez, La Felguera, Sajalín, Satori, o Dirty Works, que es la más reciente… me identifico plenamente con ellas y tengo muy buen rollo con sus editores, son muy fan de ellos.

Hace solo quince años erais una rara avis dentro del panorama editorial español. ¿Qué opinas de las nuevas editoriales que están apostando por temas y autores diferentes?

Siempre me ha gustado estar al tanto, más o menos, de lo que se edita en España, pero ahora me es imposible. Cada mes descubro una o dos editoriales nuevas, muchas de ellas sin apenas visibilidad en librerías, pero que aparecen de pronto mencionadas o recomendadas por alguien en las redes sociales. Algunas son realmente increíbles, como Castellarte, que está en Águilas, y que edita libros sobre drogas psicoactivas, rock experimental, chamanes, Terence McKenna, etc… o como The Fishbone Project, que edita libros sobre surf, como la biografía del gran Miki Dora, o El Gran Miércoles de John Milius… O Marbot, Maldoror, Pepitas de Calabaza, con gran presencia de autores malditos e insólitos… y así un montón. Tengo debilidad por las editoriales con una línea muy marcada, con personalidad, como Aristas Martínez, La Felguera, Sajalín, Satori, o Dirty Works, que es la más reciente… me identifico plenamente con ellas y tengo muy buen rollo con sus editores, son muy fan de ellos. En fin, desde un punto de vista puramente comercial, supongo que somos muchos a repartir un pedazo de tarta tan exiguo en un país tan lleno de dogmatismos literarios y culturales. Pero bueno, como lector y amante del libro impreso es cojonudo. Antes de la eclosión de todas estas pequeñas editoriales yo apenas entraba ya en las librerías, el mercado estaba dominado por las grandes y medianas editoriales, con esos catálogos repetitivos y soporíferos. Creo que si no hubiera sido por la aparición de estas pequeñas editoriales nos habríamos vuelto medio gilipollas, intentando encontrar alguna virtud en el último truño de Paul Auster o Jonathan Franzen…

Vuestro último lanzamiento es un clásico contemporáneo: Los libros de Sangre, de Clive Barker. Habéis recuperado una obra que se publicó no hace tanto, pero su aspecto ha cambiado por completo. ¿Cómo ha sido trabajar con Barker? ¿Hacía falta esta nueva edición?

Los Libros de Sangre supusieron una inyección de “sangre fresca” en un género que estaba bastante acomodado, y han pasado ya los suficientes años como para considerarlos clásicos. Hace años ya estuvimos interesados en hacer una edición, pero se nos adelantó La Factoría de Ideas y aparcamos el proyecto. Ya lo teníamos prácticamente olvidado cuando Antonio Torrubia, librero de Gigamesh (AKA el librero del mal), nos sugirió la idea de editarlos, dado que ya no se veían y que La Factoría andaba metida en problemas… Así que preguntamos por los derechos y para nuestra sorpresa estaban libres en España por incumplimiento de contrato. Desde nuestro punto de vista sí parecía necesaria una nueva edición que enmendara los errores de las anteriores traducciones, que son numerosos y muy variados, y también romper la estética de libro de consumo en edición barata y presentarla en el contexto de una colección de clásicos. Por eso le encargamos la ilustración de cubierta a Santiago Caruso. Estamos muy satisfechos con el resultado. Libros de Sangre es una de las obras más importantes del siglo XX.

Y por último, ¿proyectos de futuro para Valdemar? (Además de liderar las legiones del inframundo)

Nosotros contamos el futuro de tres meses en tres meses, ese es nuestro horizonte, más allá hay un agujero negro. Con esto quiero decir que seguiremos en nuestra línea y si surge algo en este horizonte lo estudiaremos, pero no tenemos ningún plan a largo plazo, nunca lo hemos tenido en realidad. Seguir vivos, seguir haciendo cosas, seguir asombrándonos es ya suficiente.

Alfredo Álamo

(Valencia, 1975) escribe bordeando territorios fronterizos, entre sombras y engranajes, siempre en terreno de sueños que a veces se convierten en pesadillas. Actualmente es el Coordinador de la red social Lecturalia al mismo tiempo que sigue su carrera literaria.

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