- Género de moda dentro de la literatura fantástica.
- Su origen se remonta a la época victoriana.
Está claro que el origen de la palabra distopía viene determinada por el ensayo de Thomas More, Utopía, donde presenta un mundo demasiado bueno como para ser cierto, donde el gobierno es justo y eficiente, al frente de una sociedad sin conflictos. Así pues, como elemento refractario a esta utopía nació su contrario, su antónimo, la distopía.
Esta palabra surge dentro del mundo anglosajón, siendo registrada a mediados de los años 50 del siglo XX en el Oxford English Dictionary como “un lugar imaginario o condición donde todo es tan malo como sea posible”. 10 años más tarde apareció distópico, como “que pertenece a una distopía”.
Sin embargo, rastreando esta palabra nos podemos ir hasta 1868, cuando John Stuart Mill utilizó la palabra distopía en un discurso en la Casa de los Comunes. Incluso viajamos más atrás, hasta 1747, donde encontramos “dustopia”, una clara precursora. De este modo, aunque pensemos que hablar de distopías y de futuros terribles es algo nuevo, está claro que es una idea que lleva mucho tiempo dando vueltas por el mundo.
Mucha gente opina que hoy en día una distopía se utiliza más para hablar de un sistema de gobierno que parece una utopía, pero que en realidad esconde una verdad horrible: sistemas que coartan libertades o sustentadas en principios poco éticos, como la esclavitud o la eugenesia.
Entonces, ¿cómo referirnos a un futuro desastroso? Tampoco hace falta que nos inventemos nada: en 1818 el filósofo utilitarista Jeremy Bentham reflexionó sobre el concepto de utopía, dando como resultado un nuevo término: Cacotopía, del griego kako (malo) y topos (lugar). El uso de este término no cuajó en su día, pero para definir toda esa avalancha de libros que nos presentan un futuro tan negro y sombrío, creo que es una palabra a reivindicar, en lugar de meterlo todo bajo el amplio paraguas de la distopía.
Fuente: Interesting Literature