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Las increíbles bibliotecas de libros encadenados

AutorAlfredo Álamo el 26 de julio de 2016 en Divulgación
  • Se trata de una costumbre medieval que todavía persiste.
  • Se temía que robaran piezas únicas para la época.

Libros encadenados en la Wimborne Library

Si nos encontramos en la sala de una antigua biblioteca medieval con una habitación llena de libros encadenados, lo más probable es que nos vengan a la imaginación ideas de libros prohibidos, llenos de secretos ocultistas o de conocimientos que, en su día, fueron considerados heréticos. Pero la realidad es otra, era una manera de mantener la colección de libros lo más segura posible en una época en la que eran un bien escaso y que muchos estaban dispuestos a robar.

Hoy en día la mayoría de bibliotecas antiguas no tienen salas así. A lo largo de los últimos siglos, los libros han sido desencadenados y guardados en salas para su consulta o exposición, dejando a un lado las cadenas a medida que se convertían en bienes menos singulares. Eso sí, teniendo en cuenta algunos robos de manuscritos en los últimos años, quizá no les vendría de más una cadenita de vez en cuando.

Ejemplo de libros encadenados en un grabado antiguo

Algunas de las más importantes bibliotecas que hoy en día mantienen esta tradición lo hacen para dejar constancia de una época en la que mantuvieron el conocimiento a salvo. Como por ejemplo la biblioteca de Wimborne Minster, en Inglaterra, situada dentro de una iglesia del siglo XII, y que es una de las bibliotecas públicas más antiguas del país. La sala sigue abierta al público y está llevada por voluntarios.

Libros encadenados en la Biblioteca Malatestiana

Otra biblioteca, maravillosa en general y de obligada visita a todo bibliófilo, es la Biblioteca Malatestiana, en Cesena. En la sala de lectura, todos los escritorios tienen libros encadenados almacenados en estanterías. La sala tiene un diseño espectacular, capaz de captar hasta el último rayo de sol disponible del día. Impresionante.

Vista de la biblioteca malatestiana

La iglesia de San Walburga, en Zutphen, se mantiene casi igual desde el siglo XVI y al igual que en la Malatestiana, los libros aparecen encadenados en los atriles de lectura. La idea era hacer los libros accesibles a cualquiera que quisiera consultar sus páginas, pero con la confianza justa. Corría el año 1516 cuando se abrió al público y así sigue.

Sin duda, un recordatorio de épocas más oscuras, cuando los libros eran obras de arte y su contenido irreemplazable. Pero al mismo tiempo, muestra de la voluntad de unos pocos académicos de compartir con el mundo el conocimiento del que eran guardianes, aunque al final tuvieran que encadenar los libros para mantenerlos anclados en este mundo.

Vía: Atlas Obscura

Imagen de la Biblioteca Wimborne Minster de Chris Downer bajo licencia CC 2.0 BY-SA

Imagen de Massimiliano Calamelli de la Biblioteca Malatestiana bajo licencia CC 2.0 BY-SA

Imagen de la Biblioteca Malatestiana de Uomodis08 bajo licencia CC 3.0 BY-SA

Alfredo Álamo

(Valencia, 1975) escribe bordeando territorios fronterizos, entre sombras y engranajes, siempre en terreno de sueños que a veces se convierten en pesadillas. Actualmente es el Coordinador de la red social Lecturalia al mismo tiempo que sigue su carrera literaria.

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