- ¿Existe un subtexto sobre sexo, política y drogas?
- La obra de Carroll sigue siendo analizada 150 años tras su publicación.
Alicia en el País de las Maravillas es una obra que ha logrado sobrevivir sin problemas más de 150 años, convertido en un clásico atemporal que, todavía hoy, sigue recibiendo una gran atención, sobre todo tras las recientes adaptaciones al cine que se han realizado. Pero desde hace décadas, el análisis de la obra ha despertado numerosas discusiones académicas sobre lo que Carroll quiso dejar caer tras la apariencia de una obra infantil. ¿Sexo, drogas, crítica política? Es muy posible que así fuera.
Lo cierto es que es difícil no imaginar oscuras referencias simbólicas en muchos de los personajes que aparecen en el libro, como el conejo, las llaves o la oruga… que podrían ser interpretadas, sin demasiado problema como sexuales. Aunque quizá esto esté cogido un poco por los pelos, ya que otros opinan que el libro se refiere más al proceso que toda niña atraviesa al llegar a la pubertad, que es una alegoría sobre ese proceso en el que el cuerpo cambia y todo son molestias, la autoridad molesta y no se entiende por qué hay que seguir las reglas sociales.
En cuanto a las drogas, es difícil argumentar que ver a una oruga fumando en una cachimba, junto a una seta mágica, no tiene un subtexto evidente. Desde los años 60, la contracultura americana ha adoptado a Alicia en el País de las Maravillas como uno de sus libros de cabecera en lo que se refiere al tratamiento de las drogas, como si fuera el viaje de ácido más conocido de la literatura. No olvidemos que Thomas de Quincey, conocido por sus libros sobre el opio y el hachís, era uno de los autores favoritos de Carroll.
¿Y la política? Bien, en plena época victoriana, lo cierto es que la monarquía del País de las Maravillas no sale muy bien parada -aunque la propia Reina Victoria disfrutó mucho del libro-, así como su sistema político y su burocracia. Alicia no da crédito a la actitud de las gentes que encuentra, incapaz de entender sus costumbres, algo que ha sido considerado como una crítica al colonialismo y el imperialismo inglés.
Otro de los puntos polémicos es el del poema de la morsa y el carpintero -uno de mis pasajes favoritos de Alicia-, cuya interpretación se ha visto siempre entre dos puntos, uno más religioso, siendo el carpintero Jesús y la morsa Pedro, y otro más político, en el que los dos personajes simbolizan el Imperio Británico y las ostras los países ocupados.
Quizá uno de los mayores éxitos de Alicia en el País de las Maravillas es su capacidad para aceptar sin problemas numerosas interpretaciones al mismo tiempo, múltiples reflejos que, sin duda, Lewis Carroll disfrutaría con una sonrisa sardónica en la boca, dejando que la discusión se alargara eternamente, como en una tarde de té atascada para siempre a las cinco.
Vía: BBC
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Alicia en el país de las maravillas