- El gran cronista americano murió el 23 de abril de 1616.
- Los grandes fastos por Cervantes y Shakespeare lo han dejado en segundo plano.
Es fácil dejarse llevar por la corriente oficial y dedicar el año 2016 al 400 aniversario de Cervantes y Shakespeare, pero lo cierto es que otro de los grandes literatos de todos los tiempos murió, pura casualidad, justo entre estos dos. El Inca Garcilaso de la Vega murió -él sí-, el 23 de abril de 1616, con lo cual también se cumplen 400 años de su desaparición, y la verdad es que se ha echado de menos un poco más de atención a su figura.
Lo cierto es que fuera de Perú apenas se ha prestado mucha atención al aniversario de este autor del renacimiento, que es uno de los más importantes del siglo de oro de las letras castellanas. Ejemplo de mestizaje, pues era de ascendencia española e inca, ejemplo perfecto de la primera literatura propia del Nuevo Mundo, con elementos comunes y una visión privilegiada. De hecho, sus crónicas históricas sobre Perú llegaron a ser prohibidas por la corona española tras la rebelión de Túpac Amaru II, ya que su visión sobre el pueblo inca no era, ni de lejos, la oficial.
Pasó un tiempo en España, en Montilla, uno de los lugares que sí que han prestado este año atención a su figura con charlas y exposiciones, y formó parte del ejército, llegando a luchar en la Rebelión de las Alpujarras, contra los moriscos que quedaban en Granada. Sin embargo, nunca se sintió integrado, su condición de mestizo era mal vista en España, así que decidió dedicarse al estudio y las humanidades.
En 1591 se trasladó a Córdoba, ciudad, como Montilla, que sí se ha acordado de él, donde escribió algunas de sus obras más conocidas, como La Florida del Inca, integrada en la que es su mejor obra, los Comentarios reales de los incas, cuya segunda parte fue Historia general del Perú.
La obra del Inca Garcilaso es clave para entender un momento de la historia de América y de España, la del crecimiento de una identidad propia, una mezcla diferenciada del viejo imperio y que, a la larga, significaría el inicio de una cierta desafección, de una decepción que culminaría, junto con una gran cantidad de motivos políticos y económicos, en la independencia de las colonias americanas. Ahora, 400 años tras su muerte, no estaría de más volver a revisar su obra para entender los puentes que nos unen con Hispanoamérica.
El interés es evidente. Una exposición dedicada a su biblioteca en la Biblioteca Nacional Española ha llegado a los 25 000 visitantes en apenas tres meses, y eso que apenas ha contado con publicidad o difusión. Esperemos que el resto de actividades que se realicen este año obtengan el mismo éxito.
¿Y vosotros? ¿Conocíais la obra de este gran cronista americano? Os esperamos, como siempre, en los comentarios.
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(Valencia, 1975) escribe bordeando territorios fronterizos, entre sombras y engranajes, siempre en terreno de sueños que a veces se convierten en pesadillas. Actualmente es el Coordinador de la red social Lecturalia al mismo tiempo que sigue su carrera literaria.