- Umberto Eco tenía una biblioteca de más de 50 000 volúmenes.
- El nombre de la rosa fue su primer gran éxito.
Umberto Eco fue un grandísimo autor, capaz de escribir libros para una minoría que acabaron por conquistar a la mayoría. Era un hombre complejo, lleno también de contradicciones, pero que si en algo era fácil de clasificar era en su incondicional amor por los libros. En su casa albergaba una colección de nada más y nada menos que 50.000 volúmenes que llevaba acumulando desde hacía décadas. Pocos saben que uno de ellos fue fundamental a la hora de escribir El nombre de la rosa.
El ensayista Nicholas A. Basbanes, especializado en el mundo de la literatura –no puedo dejar de recomendar su magnífico libro De papel: En torno a sus dos mil años de historia-, tuvo la oportunidad de entrevistar al autor italiano, siendo invitado a su casa para disfrutar de la amplia biblioteca de Eco, que él mismo resumía como Biblioteca Semiologica, Curiosa, Lunatica, Magica et Pneumatica.
Allí, además de numerosos textos clásicos, novelas o libros de ensayo, Eco también tenía varios incunables, uno de los cuales resultó ser una copia del siglo XVI de la Poética de Aristóteles, que había comprado a precio de saldo por su mal estado de conservación.
El autor le echó un vistazo, lo colocó en su estante y se olvidó de él hasta que en los años 90, en una mudanza, volvió a encontrárselo. Fue entonces cuando se le ocurrió que este libro, en mal estado, casi abandonado dentro de su biblioteca, era el volumen que le había inspirado a la hora de crear El nombre de la rosa, que había comenzado a escribir en 1978. De hecho, comentó a Basbanes que:
Creí que había inventado un manuscrito para esta novela, cuando de hecho estaba describiendo ese feo libro que tenía en mi propia casa.
Basbanes no sólo habló de El nombre de la rosa con Eco, y es muy recomendable leer más de su obra, que permanece, si no me equivoco, casi inédita en castellano. En fin, si hay algún editor valiente en la sala, por favor, que se atreva con Patience & Fortitude, posiblemente su mejor libro.
Vía: Fine Books Magazine
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