- Juan Ramóm Biedma vuelve a horrorizarnos a su elegante manera.
- La lluvia en la mazmorra tiene como protagonista al autor Jardiel Poncela.
Juan Ramón Biedma, ganador de premios como el Hammett, el Novelpol o el Valencia Negra, es uno de los autores más personales del panorama literario español, capaz de escribir sin problemas una novela negra, darle elementos típicos de misterio victoriano y, a la vez, rendir homenaje a los clásicos españoles. Esa versatilidad, que se une a un estilo refinado y cargado de maldad, hacen de Biedma un escritor perverso y maligno, un peligro para la integridad de los bienpensantes, que no puedo dejar de recomendar siempre que me preguntan. Hoy, aprovechando el lanzamiento de su última novela, La lluvia en la mazmorra, hemos podido hablar con él.
La lluvia en la mazmorra está ambientada en los últimos días de la dictadura de Primo de Rivera, en 1930. ¿Qué es lo que más te atrajo de esta época?
El principio de los años treinta es uno de los periodos más difícilmente clasificables de nuestro país. Con la guerra de Marruecos ya terminada, la dictadura erosionándose a pasos de gigante y la monarquía a punto de ser erradicada para dar paso a un régimen político nuevo, la sociedad parece haber salido de una falsa recuperación económica que no ha aprovechado para una regeneración real -tal y como ha ocurrido en nuestra historia reciente- sólo para desembocar en el desconcierto y la confusión. No hay mejor escenario para desplegar los elementos de una novela.
La lluvia en la Mazmorra es una novela concebida como una función de teatro, construida como una novela histórica y articulada con el aire de las viejas novelas de misterio (…)
Uno de los protagonistas del libro no es otro que el genial autor Enrique Jardiel Poncela. Siempre es un riesgo utilizar personajes reales dentro de una novela, todavía más si lo conviertes en uno de los principales actores. ¿Por qué lo elegiste?
Creo que Jardiel, su feroz independencia, su descreimiento, su ideal del compromiso con la propia obra me han acompañado desde que leí sus primeras páginas a muy temprana edad; de hecho, creo que su minuciosa construcción del marginado intelectual es de las pocas influencias que me atrevo a reconocer.
(…) la sociedad parece haber salido de una falsa recuperación económica que no ha aprovechado para una regeneración real -tal y como ha ocurrido en nuestra historia reciente- sólo para desembocar en el desconcierto y la confusión.
Esa es mi visión del escritor y supongo que todos y cada uno de los jardielistas tenemos una distinta, pero si en algo coincidimos es en considerarlo un personaje insuficientemente conocido y en lamentar que haya tanto lector de nuestros días que no haya gozado con su obra. Esta es mi manera de intentar poner remedio a esas carencias.
Hace poco pudimos leer Tus magníficos ojos vengativos cuando todo ha pasado, donde encontramos curiosidades tan interesantes como los zoológicos humanos de la época victoriana. Veo que aquí también tendremos nuestra dosis de lugares tan extraños como fascinantes. ¿Qué nos puedes contar de los cementerios ambulantes?
Los cementerios ambulantes son un mito y, por lo tanto, absolutamente reales; responden a la angustia de los católicos cuando su religión les prohíbe dar sepultura en suelo consagrado a familiares víctimas de suicidio, por ejemplo. Lo que para los agnósticos es irrelevantes, para los creyentes supone una auténtica tragedia.
En Galicia existía la leyenda de que niños que morían sin bautizar, a veces asesinados por su propia familia por haber nacido fuera del matrimonio o padecer alguna malformación, eran enterrados en los cruceiros (cruces de caminos) como una forma de sustituir la tierra bendecida.
La lluvia en la Mazmorra recupera con los cementerios ambulantes la cuestión de la privación del entierro en sagrado como metáfora de la superstición de una época no del todo superada.
Habría que estar loco para leer una historia así.
¿Novela negra, novela histórica, folletín, espionaje… gabinete de curiosidades? ¿Cómo definirías, si te atreves, esta novela?
Podríamos decir que La lluvia en la Mazmorra es una novela concebida como una función de teatro, construida como una novela histórica y articulada con el aire de las viejas novelas de misterio de entreguerras que ejecutaban pioneros como Eric Ambler, Dorothy L. Sayers o Edgar Wallace.
Por supuesto nada de eso es verdad; cuando creamos una historia estamos dando cuerpo a una serie de obsesiones, carencias y afanes que ni nosotros mismos somos capaces en muchos casos de identificar.
Y por último, ¿qué le dirías a nuestros lectores para animarles a leer esta novela de autómatas, misterios, aristócratas decadentes y tráfico de cadáveres?
Esta novela va de una diva del teatro desaparecida, un antiguo novio morfinómano, un amante joven al que nunca nadie ha visto, un hijo secuestrado después de muerto, una dramaturga y un sereno convertidos en investigadores, un sanatorio infantil secreto, una carta comprometedora a Alfonso XIII, cruceiros para enterrar niños sin bautizar, cementerios ambulantes, timbas para juegos suicidas, la panda de asesinos del único partido reconocido por el gobierno… sin incluir al fantasma que donó su propio cuerpo y el de sus amigotes a la ciencia ni a Enrique Jardiel Poncela, Enrique Jardiel Poncela y Enrique Jardiel Poncela.
Habría que estar loco para leer una historia así.
Juan Ramón Biedma
La lluvia en la mazmorra