- Nueva entrega de José María Guelbenzu dentro de la novela negra
- El periodista Javier Goitia y la jueza Mariana de arco son los protagonistas
Nunca ayudes a una extraña de José María Guelbenzu es la séptima aventura de la jueza de instrucción Mariana de Marco, personaje creado por Guelbenzu en 2001 con No acosen al asesino. Javier Goitia es un periodista de investigación que acaba de perder el trabajo y que va a una ciudad del norte de España a visitar a un amigo; un tiempo muerto para repensar su vida. A las pocas horas de llegar se ve envuelto en una pelea: intenta detener a un hombre que cree que estaba agrediendo sexualmente a una mujer. Pero el hombre dice que él no tiene nada que ver y la mujer supuestamente agredida no aparece por ninguna parte. Cuando los dos hombres son llevados al juzgado Javier reconoce a la jueza Mariana de Marco como la desconocida de la que ha quedado prendado al verla en el viaje en tren.
Pero la jueza no tiene tiempo para prendamientos adolescentes: el suicidio de una conocida mujer de la alta sociedad reclama toda su atención. La muerta, Concepción Ares, era una mujer muy religiosa que difícilmente habría optado por el suicidio en ningún caso, pero no hay pruebas que indiquen lo contrario; la autopsia revela una agresión sexual, una más que posible causa del suicidio.
Mientras, Javier utiliza su intuición de periodista de investigación para librarse de la acusación de agresión y, además, demostrar la culpabilidad del otro hombre, hijo tarambana de una familia de rancio abolengo. Dos investigaciones, la de la jueza y la de Javier, que permiten diseccionar la alta sociedad.
Es un libro muy entretenido, fácil de seguir, con personajes interesantes aunque, sobre todo al principio, la trama avance un poco lenta; debo reconocer que, en los capítulos iniciales, la narración en primera persona de Javier Goitia hizo que me pareciera un tipo bastante insufrible y que estaba deseando que volviera a aparecer la jueza, verdadera protagonista de la novela.
José María Guelbenzu
Nunca ayudes a una extraña