- Bond es una start-up que pretende recuperar la caligrafía y las cartas tradicionales.
- Papel de calidad, estilográfica y un brazo robótico son sus armas para conseguirlo.
Hay pocas cosas más agradables de recibir que una buena carta, en papel grueso, escrita en buenos términos y rematada por una caligrafía impecable. En los buenos, viejos, tiempos, la gente se comunicaba de esta manera. Sí, jovencitos, en la época en que ni siquiera existían los SMS (¿qué es eso, papá?) y el Watsapp era un sueño de ciencia ficción -menos los grupos, eso era una pesadilla de la cf- escribir cartas se convirtió, para algunos, en una pequeña forma de arte.
Recuperar ese toque personal y un tanto vintage (o retro) es la iniciativa que desde Bond se han planteado, pero sin sacrificar la comodidad de las nuevas tecnologías. Desde su web podemos elegir desde el tipo de papel a la tipografía caligráfica que deseamos, que puede ser incluso la nuestra… si estamos dispuestos a pagar un buen pellizco.
A través de Internet mandamos el mensaje que queremos y un brazo robótico trazará con precisión y cuidado el texto con una pluma o bolígrafo de gran calidad, al gusto del consumidor. Los tipos de letra son muy variados y han trabajado sobre la letra de gente conocida, como Freud o Nikola Tesla. Ellos se encargan también de enviar la carta a la dirección que queramos, dentro de un bonito sobre con su sello de cera lacrado en la parte posterior. ¿Alguna vez habéis roto un sello lacrado? Es una sensación muy divertida.
Está claro que el resultado es un capricho, un detalle, pero que hoy en día puede servir para humanizar -pese a lo robótico del medio- unas comunicaciones que cada vez más se basan en mensajes cortos, abreviaturas y emoticonos. Y es que la caligrafía tradicional, el trazo de una pluma sobre papel, parece ser capaz de transmitir las emociones de una manera particular y diferente.
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