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Cómo saber si tienes un auténtico resacón de libro

AutorAlfredo Álamo el 16 de diciembre de 2014 en Divulgación
  • Cientos de lectores sufren de esta curiosa dolencia de la que no se conoce cura.
  • Dolores de cabeza, ojos vidriosos y cartera vacía son algunos de sus síntomas.
Hombre en la cama con resaca, mira al libro y el despertador en la mesitaModificada de Bark, 2009 bajo CC 2.0 Generic

Suena el despertador. Son las siete y media de la mañana. Es entonces, y sólo entonces, cuando te das cuenta de que quizá tendrías que haber parado antes de leer. Pero claro, ese capítulo estaba tan interesante, era necesario que lo terminaras. Y luego, una página más. Un página más y apagabas la luz. Pero bueno, si sólo quedaban sesenta páginas más para terminar, ¡no ibas a dejarlo ahí! El resultado, una dolencia de lo más curiosa: el resacón de libro.

Además de los habituales síntomas, a saber, dolor de cabeza por la falta de sueño, los ojos pegados con cola y somnolencia exagerada, es posible que un excesivo abuso de la noche para leer provoque otros efectos secundarios debido al alto consumo de ficción en unas horas en las que el cerebro debería estar procesando lo visto durante el día y no seguir recibiendo información, ¡y encima, ficticia!

Así pues, no es de extrañar que aquellos aquejados de un buen resacón de libro acaben con problemas para reconectar con el mundo real tras una inmersión total. Por lo visto, la información de la ficción acaba por imponerse a la normal durante un tiempo. Y cuidado, quizá el daño pueda hacerse permanente.

Pero, ¿me pasa a mí, doctor?

Bien, hay algunas fases bien conocidas. La primera es la del lenguaje. Si te levantas por la mañana y le dices a tu novio que es “tu sol y tus estrellas” es un síntoma de que llevas muchas páginas leídas seguidas de Canción de Hielo y Fuego. Si comienzas a referirte a la gente que no lee como tú bajo el término de “muggles” o que, de repente, te gustan los chicos “dark, tall and handsome” es que tu índice de lecturas nocturnas se está acercando peligrosamente al límite.

Otro síntoma se manifiesta en la deslocalización geográfica, es decir, salir a pasear después de terminar del tirón, por ejemplo, Trópico de Cáncer y darte cuenta después de un rato que no estás paseando por el barrio latino de París, sino dando vueltas por el parque de tu barrio.

El resacón de libro también es peligroso para la economía familiar. Si un libro te ha dado un buen resacón, esa sensación se convierte en adictiva, así que es más que probable que intentes reproducir la experiencia, normalmente comprando todos los libros que haya escrito ese autor. En el caso de que no tenga muchos, acabarás pidiéndole por Twitter que escriba ya el siguiente. Pero YA YA.

Si tienes estos síntomas, entonces no lo dudes: tienes un resacón de libro. Por desgracia, poco o nada se puede hacer ya: es una sensación tan dolorosa como adictiva y es poco probable que quieras salir de ese oscuro círculo vicioso de buenas lecturas.

Alfredo Álamo

(Valencia, 1975) escribe bordeando territorios fronterizos, entre sombras y engranajes, siempre en terreno de sueños que a veces se convierten en pesadillas. Actualmente es el Coordinador de la red social Lecturalia al mismo tiempo que sigue su carrera literaria.

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