- El autor irlandés George Bernard Shaw recibió el Premio Nobel de Literatura en 1938
- Fue muy conocido en su época por su comportamiento irónico e irreverente
George Bernard Shaw fue uno de los más importantes escritores, ensayistas, periodistas y dramaturgos a finales del siglo XIX y principios del XX. Su flema irlandesa le permitió tratar algunos de los más espinosos temas sociales de la época -que no eran pocos- a través de un sentido del humor muy particular, cargado de ironía y sátira.
Shaw fue también conocido por sus opiniones sobre el mundo en general. Socialista, vegano y miembro de la Sociedad Fabiana, Shaw no se cortaba al hablar de política, pero tampoco sobre el matrimonio, el trabajo o los excesos de la alta sociedad. Muchas de sus frases son recordadas todavía hoy, como por ejemplo:
Soy tan partidario de la disciplina del silencio que podría hablar horas enteras sobre ella.
La moda es una forma de fealdad tan intolerable que tiene que ser cambiada cada seis meses.
Se cuenta que Shaw, una tarde, mientras paseaba entre librerías de segunda mano, buscando algún perdido volumen que llevarse a casa, no pudo dejar de fijarse que en un puestecillo tenían varios de sus propios libros. Normalmente habría pasado de largo -al fin y al cabo, era un autor muy conocido y sus obras solían venderse varias veces- pero en aquella ocasión decidió acercarse y hojear los ejemplares.
Para su sorpresa, los libros que vendían en aquella librería de segunda mano estaban firmados por él mismo. Sin dudarlo un momento, los compró y se los llevó a casa. Allí comprobó que eran auténticos, él mismo recordaba la dedicatoria, «Para X, con estima, George Bernard Shaw», y decidió algo muy propio de su habitual ironía.
Shaw volvió a dedicar los libros, añadiendo «Para X, con renovada estima», y se los envió a la persona que había decidido deshacerse de ellos. Sin duda, la cara del personaje en cuestión tuvo que ser todo un poema cuando le entregaron los ejemplares.
Shaw mantuvo también otras visiones de la vida poco populares en su día, como oponerse a la I Guerra Mundial, o a la vacunación de la viruela, que consideraba como una brujería. En cualquier caso, su obra es excepcional y merece siempre la pena recordar a este ingenioso autor irlandés.
George Bernard Shaw