La persecución política es uno de los motivos más comunes para el exilio de un escritor, altavoz de ideas que suelen ofender, incomodar y molestar al poder. El poder de la palabra, de la difusión, de la influencia del autor eran capitales hasta la llegada de otros medios de comunicación más modernos. Así que no es de extrañar que, por ejemplo, en el siglo XIX nos encontremos con un continuo goteo de exilios y retornos dentro de la convulsa situación política europea.
Así pues, habría que hablar de Victor Hugo, uno de los autores más grandes que han dado las letras francesas y que jamás rehuyó el compromiso político, siendo un notable activista que escribió discursos políticos par la Cámara de los Pares y opinó sobre temas muy variados, como la educación, la educación o el sistema de gobierno de la República.
Hugo fue alcalde de uno de los distritos de París y diputado conservador, de hecho, durante las revueltas de mediados del siglo XIX, comandó tropas contra los rebeldes en los duros enfrentamientos que se dieron en las calles de París. En un principio apoyó a Luis Napoleón como presidente de la República, pero luego rompió con sus posiciones al cercar la libertad de prensa y de sufragio universal. El golpe de estado de 1851, que impondría el Segundo Imperio y el nombramiento de Napoleón III, provocó su huida, no sin antes hacer un llamamiento a la resistencia armada.
Su primera parada fue Bélgica, donde escribió Napoleón el pequeño, un texto que enfurece al nuevo dirigente francés que fuerza al gobierno belga para que expulse a Hugo, el cual cruzaría el Canal de la Mancha para instalarse en Jersey. Pero Hugo, incapaz de dejar de opinar, criticó a la reina Victoria por viajar oficialmente a Francia… lo que produjo, de nuevo, su expulsión. Corría 1855 y Hugo no sabía donde acudir. Por fortuna, en la pequeña población de Guernsey se había formado un grupo de exiliados franceses que se negaban a volver, aunque se había otorgado un perdón imperial.
En Guernsey, Victor Hugo pasará casi quince años en los que escribiría la que sería su obra más importante y reconocida: Los miserables. En esta obra introduce gran parte de su pensamiento político sobre la situación social en Francia y el sistema de justicia. También criticó al Segundo Imperio con Los castigos y tuvo una gran correspondencia con intelectuales que permanecían en el continente.
Victor Hugo volvió a Francia en 1870, donde fue recibido triunfalmente. Pero pese a luchar de nuevo en la defensa de París y volver a ser elegido para la Asamblea Nacional, es expulsado del país por sus críticas a la represión de la Comuna de París. Pasó varios meses más en el exilio -sin dejar de escribir- antes de volver a París, donde es incluso atacado físicamente por sus ideas, por lo que decide pasar un tiempo fuera.
Hugo se instala en París a partir de 1873 y ya no dejaría la capital francesa. En sus años finales siguió en política -sin tener miedo a la polémica- y, poco a poco, abandonó la práctica activa de la escritura, para dedicarse a cuidar de su legado y sus obras anteriores. Hugo nunca dejó de escribir durante el exilio y su constancia y perseverancia política lo convirtieron en una de las figuras clave del nacimiento y estabilidad de la Tercera República.
Victor Hugo
Los miserables