Dejar de escribir, de publicar, de transmitir, no es una decisión fácil, sobre todo si has tenido éxito o tu obra ha recibido halagos y reconocimiento. No, dejarlo no es fácil, sobre todo porque escribir es una droga que se hace difícil de abandonar y que forma parte de tu vida, de tu manera de ser, de tu alma.
Sin embargo, hay autores que lo dejaron. ¿Los motivos? Complicados, desconocidos, secretos… para cada escritor hay un conjunto de circunstancias que al final le hacen dejar las palabras aparcadas. Algunos lo hacen con tristeza, otros con resignación, algunos con indiferencia y otros lo deciden después de una larga y fructífera carrera. Veamos algunos ejemplos.
El poeta francés Arthur Rimbaud alcanzó el cielo de las letras con Una temporada en el infierno, cuando apenas contaba con 18 años. También es cierto que el joven Rimbaud llegaba de vivir una relación de intenso amor y odio con Verlaine en la que había crecido como autor a una velocidad sobrenatural. Posteriormente publicó Iluminaciones… y después lo dejó. Luchó como soldado -aunque desertó con rapidez- y llevó una vida de viajes y mercadería por Europa y África. Murió a los 37 años.
Juan Rulfo fue autor de algunas de las mejores historias jamás escritas en castellano. Este autor mexicano firmó dos maravillas: El llano en llamas y Pedro Páramo. Es difícil encontrar una palabra mal puesta en estas obras. Posteriormente terminó El gallo de oro (1958) que no sería publicada hasta 1980. Sin embargo, Rulfo lo dejó tras terminar la segunda novela. Pese a todos los premios y reconocimientos, Rulfo no volvió a escribir. ¿Sus razones? Posiblemente porque para Rulfo la escritura evocaba obsesión y ansiedad.
Harper Lee es una de las autoras más vendidas del mundo gracias a su única novela: Matar a un ruiseñor, con la que ganó el prestigioso Premio Pulitzer de Literatura. Tras la adaptación al cine de la novela, Lee se convirtió en una de las autoras más conocidas de Estados Unidos. Sin embargo, lo dejó. Se retiró de la vida pública y es muy difícil ver a la escritora americana fuera de actos académicos.
Hay otra manera de dejarlo, no podemos obviar a grandes autores como Philip Roth, Alice Munro o Imre Kertész, por ejemplo, que han decidido dejar de escribir al llegar a cierta edad. Es una decisión dura y consciente, la de apartarse del mundo editorial al no saber si tendrán fuerzas o capacidad para afrontar ese duro desafío que supone enfrentarse a la primera página en blanco de una nueva novela.
¿Qué os parece? ¿Conocéis más autores que decidieran abandonar la carrera literaria? Os esperamos, como siempre, en los comentarios.
Matar a un ruiseñor