Yo fui Johnny Thunders, de Carlos Zanón

Francis se llamaba Mr. Frankie e iba a comerse el mundo con su guitarra a cuestas, sus chicas enamoradas y sus drogas. Pero Francis ya no tiene edad para seguir engañándose con sus sueños y el despertar no es agradable. Un matrimonio fracasado, dos hijos que no lo quieren ver y una pensión alimenticia que no puede pagar.

El regreso a casa de su padre, en un barrio popular de Barcelona, supone la aceptación de una derrota, aunque también puede ser un nuevo punto de partida. Pero el pasado, tanto el que provocó como el que estaba pasando delante de sus narices sin verlo, están ahí para marcar su camino.

Francis consigue a través de Marisol, una mujer a la que sus padres acogieron de niña, un trabajo en el local de su nuevo protector. Marisol ha ido cambiando de mano, desde que abandonó la casa de sus padres de acogida, cortando totalmente los lazos con esa familia, aunque todavía mantiene parte del enamoramiento de chiquilla que tenía con él.

Exnovios celosos, secretos familiares, novias infieles, chanchullos con drogas,… son algunos de los ingredientes que van socavando el suelo bajo los pies de Francis quien sigue aferrado a un pasado que pudo ser, cometiendo errores similares, viéndose arrastrado por un presente que no controla.

Carlos Zanón nos vuelve a presentar en Yo fui Johnny Thunders una historia de perdedores, como ya hizo en No llames a casa, centrando la acción en un personaje principal, ese Francis/Mr.Frankie tan bien retratado que tienes la sensación de conocer a alguien como él. Ese es uno de los puntos fuertes de Zanón, sus personajes respiran, sufren, sudan y puedes oler el sudor, están tan vivos que forman parte de tu vida.

Zanón consigue alejarse de los clichés del género negro, sin investigación, ni caso, sin buenos o malos, tan solo personajes superados por la sucia realidad, sin redención ni moraleja. Todo ello adornado con una prosa hermosa y cuidada que acompaña y da voz a los personajes sin imponerse a ellos.