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No te mueras sin decirme cómo terminará

AutorAlfredo Álamo el 15 de julio de 2014 en Opinión

Muerte

Es indudable que entre autor y lector se forma un pacto en el momento en el que uno escribe y el otro lee, en el que uno se vacía y el otro se llena, en el que uno crea y el otro disfruta; la relación que se crea es tan cercana que sólo los separa una página llena de letras: de los dedos de uno a la cabeza del otro.

Cuando, además, un libro trasciende el mero disfrute pasajero para ir más allá, para llegar a obsesionar a cientos, miles, de lectores, ese pacto, esa relación, se desdibuja y se estira. Los seres humanos somos hedonistas e impacientes. Queremos saberlo todo, tenerlo todo, verlo todo, y lo queremos ya, ahora. La sociedad de la información se ha convertido, en cierto modo, en la sociedad de la inmediatez, donde todo parece estar al alcance de la mano, a un sencillo doble click del ratón o una pulsación del móvil.

Ya hace unos años, Neil Gaiman defendió a George R. R. Martin de algunos de sus fans más impacientes con una frase antológica: «George R. R. Martin no es tu putita», dejando claro que los escritores, aunque sean famosos, tienen vida propia. Desde que la serie de televisión basada en la serie de Canción de hielo y fuego ha ido creciendo, así lo ha hecho también la base de seguidores de los libros, que se han metido entre pecho y espalda el trabajo de veinte años (Martin comenzó a escribir el primer libro en 1991) en apenas unos meses. Y quieren más.

Hace poco, volvieron a preguntar a Martin qué iba a pasar si se moría antes de terminar los libros. Es una pregunta recurrente desde hace unos años y la verdad es que la reacción de Martin fue tajante: dedo hacia arriba y un sonoro Fuck Off. Vamos, un A la mierda de Fernán Gómez en toda regla.

Dejando a un lado la pérdida de las formas -que yo entiendo, aunque no quede bien-, parece claro que Martin está un poco harto del tema, de hecho no tiene problemas de salud y sigue trabajando a su ritmo. Pero, ¿ha pasado, por desgracia, algo parecido?

Robert Jordan pasó 21 años escribiendo una de las más largas series de literatura fantástica, La rueda del tiempo, con más de 44 millones de ejemplares vendidos en todo el mundo. El último libro que fue capaz de terminar fue Cuchillo de sueños, ya que la enfermedad le impidió seguir escribiendo. Sin embargo, para no dejar su trabajo inconcluso, decidió contar con Brandon Sanderson, uno de los autores más prestigiosos hoy en día dentro del fantástico, para contarle el desarrollo de las siguientes novelas y pasarle sus notas.

Otro caso de autor que tras más de veinte años trabajando ya no puede seguir adelante es el del genial Terry Pratchett, cuya serie del Mundodisco cuenta con miles de fieles seguidores. La idea de que los personajes de Pratchett desaparezcan me llena de tristeza, la verdad, sobre todo porque es un final anticipado, antes de lo que debería ser. Por el momento, parece ser que la hija de Pratchett, Rhianna, continuará la obra de su padre, de acuerdo a sus instrucciones.

¿Debe la obra de un autor sobrevivirle o estamos imponiendo nuestros propios deseos a una realidad que no podemos controlar? ¿Hasta qué punto tenemos derecho a exigir algo? Os esperamos, como siempre, en los comentarios.

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Alfredo Álamo

(Valencia, 1975) escribe bordeando territorios fronterizos, entre sombras y engranajes, siempre en terreno de sueños que a veces se convierten en pesadillas. Actualmente es el Coordinador de la red social Lecturalia al mismo tiempo que sigue su carrera literaria.

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