Nocturnos de John Connolly es un libro de relatos de terror en los que podemos encontrar algunas de las típicas situaciones de las historias más clásicas con el estilo del autor irlandés y con una característica añadida: el núcleo del libro son nueve relatos escritos para ser narrados en la radio y, ciertamente, apetece leerlos en voz alta, al lado de un buen fuego y con poca luz, esperando llegar al final de cada relato para poner cara de susto.
Estamos en el territorio de los cuentos clásicos de terror poblado de fantasmas, amores inmortales, niños perdidos, familias marcadas por la tragedia y seres lovecraftianos donde lo importante de la historia no es quién es el héroe sino cómo sobrevive, si lo hace, y, sobre todo, porque se encuentra en esa situación. Connolly consigue crear historias atrayentes y propias aunque sea a base de historias mil veces leídas basculando entre el romanticismo y los cuentos tradicionales.
El volumen comienza con El vaquero del cáncer cabalga un título explícito para el relato más largo de la recopilación y uno de los mejores. El vaquero parece un secundario de Charlie Parker y la atmósfera está muy bien creada. Aún así se echa de menos a Parker en el volumen, no porque los relatos desmerezcan sino porque en esta recopilación debería estar incluido Más allá del espejo, relato largo de Charlie Parker convertido por Tusquets en novela corta y vendido como volumen independiente y del que ya os hablamos aquí hace un tiempo.
Por destacar otros relatos podríamos hablar de Algunos niños se extravían por error, la historia de un niño que se pierde en el circo. Es una terrorífica historia que tiene todo lo necesario para provocar desazón: familia que ha sufrido una pérdida, circo tenebroso y payasos de sonrisa perenne. Un consejo: si estáis embarazadas, no vayáis al circo.
El rey de los elfos también tiene especial interés por los niños que también son protagonistas de La nueva hija, un relato donde la correspondiente familia marcada por la tragedia se traslada al habitual lugar solitario a comenzar una nueva vida. Todos sabemos que eso es un canto al desastre.
En serio, vigilad a los niños. Mejor, vigilad a todos vuestros seres queridos. Y desconfiad de los vecinos, sobre todo si son guapas, atractivas y buenas cocineras. Como dice Connolly en El rey de los elfos:
Está el mito y está la realidad: lo uno lo contamos, lo otro lo escondemos. Creamos monstruos y confiamos en que las lecciones implícitas que hay en sus relatos nos guíen cuando nos tropecemos con lo más horrible de la vida. Atribuimos nombres falsos a nuestros miedos y rezamos para no enfrentarnos a nada peor de lo que nosotros mismos hemos creado.
Mentimos para proteger a nuestros hijos, y al mentir los exponemos al mayor de los males.
John Connolly
Nocturnos