Las bibliotecas son el mayor garante de la cultura y el conocimiento, y lo llevan siendo desde hace siglos, desde que el primer grupo de documentos necesitó de un lugar donde ser resguardado y clasificado. El nacimiento de la escritura, asociada a la religión y a la economía, produjo también la creación de los primeros archivos y, posteriormente, de las primeras bibliotecas, salas dedicadas habitualmente en templos y palacios antes de la construcción de los primeros edificios dedicados en exclusiva.
La más famosa de las bibliotecas de la antigüedad es, sin duda, la biblioteca de Alejandría, fruto del dominio de los Ptolomeos -la dinastía griega posterior a la conquista de Alejandro Magno- en el siglo tercero antes de Cristo. Parte de una estructura todavía mayor, el gran Museo de Alejandría, la biblioteca se dedicó durante más de dos siglos a copiar todos los rollos del mundo conocido. El resultado final fue, con toda seguridad, el núcleo del conocimiento más grande jamás conocido en su día y posiblemente superior al de varios siglos posteriores. La biblioteca sufrió a lo largo de su historia varios incendios provocados que acabaron finalmente con ella, desde la conquista de Julio César a la invasión musulmana de 642. Hoy en día se levanta en su lugar una moderna e importante biblioteca, construida como homenaje a un pasado glorioso en busca del conocimiento.
Pero antes, mucho antes, podemos hablar de Ebla, una ciudad situada a unos 55 kilómetros de Alepo, en la actual Siria. Durante una excavación arqueológica se encontraron más de 20000 tablillas escritas con lenguaje cuneiforme, datadas en, nada más y nada menos, el 2250 antes de Cristo. Ebla era una ciudad estado y en sus tablas encontramos referencias a otros lugares y pueblos de la época, como los Cananeos, Ugarit o el Líbano, y nos hablan tanto de relaciones mercantiles como de leyes y edictos del rey, así como de rituales religiosos. Ebla fue destruida en primera instancia por los Akadios y, tras una tímida reconstrucción, fue arrasada por los Hititas. Pese a todo, podemos decir que esa primera biblioteca a base de tablillas consiguió guardar la memoria de todo un pueblo.
Un caso curioso sería el de la Villa de los Papiros. Situada en la ciudad de Herculano, junto al Vesubio, el edificio quedó cubierto por más de treinta metros de ceniza volcánica en el año 79. En 1750 se realizó una primera excavación que dejó al descubierto una habitación que contenía casi 2000 rollos de papiro carbonizados. En aquel momento no se podía hacer mucho con ellos, pero en la actualidad, usando la técnica de la imagen multiespectro se están analizando ya muchos de los papiros encontrados.
En próximas entregas os hablaremos de otros lugares alrededor del mundo donde se construyeron auténticos templos dedicados a preservar el conocimiento, tanto en la India como Persia o Bizancio. ¡Estad atentos!