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La agencia literaria como editorial de autoedición: la reinvención del negocio

AutorAlfredo Álamo el 30 de octubre de 2013 en Opinión

SB e-books

Dentro del mundo editorial, los agentes literarios son ese escaso bien al que muchos autores noveles aspiran para dar el primer paso dentro su carrera y lograr acceder a una editorial con cierto prestigio. Durante años, las agencias han manejado una cartera importante de autores e incluso alguna que otra ha dado un fuerte golpe en la mesa a la hora de manejar los derechos digitales de sus representados. Pero los tiempos cambian, cada vez más deprisa, y desde los tiempos en que las editoriales se peleaban por el próximo descubrimiento hemos llegado a una situación de saturación en la que las grandes sólo apuestan a tiro hecho y en la que las medianas incluso se están transformando en empresas de autoedición.

Para un agente literario no es un buen panorama, desde luego. Lo que podía parecer una bendición -la sobreabundancia de posibles clientes- ha llegado a un punto de inflexión en el que es muy difícil colocar un manuscrito de alguien desconocido, además de que la facilidad para la autoedición está alejando del mercado tradicional -y los agentes- a un buen número de autores. Así pues, dadas estas circunstancias, ¿qué hacer?

El primer ejemplo de cómo adaptarse a una nueva situación lo encontramos en la Agencia Literaria Sandra Bruna que ha decidido transformarse -parcialmente, eso sí- en una editorial virtual. Según ellos, los manuscritos entregados siguen un proceso de selección interno, luego se paga y finalmente aparece en los mercados virtuales más conocidos. Preconizan, como ya hemos dicho, que las grandes no fichan nuevos, pero que sí prestan atención a los autores que gocen de un cierto éxito en el mundo del ebook.

En mi opinión, habría que matizar dos cosas. La primera, que no es cierto que se deje de lado a los autores noveles. Están ahí, salen de vez en cuando, aunque es cierto que los días de las tiradas enormes y el riesgo se han ido para no volver en mucho tiempo. Y que si bien se presta atención a las listas de ventas en Amazon, hay que pensar que hoy en día con cincuenta ejemplares colocados te plantas en un número uno imbatible. Además, lo que están ofreciendo es un servicio de autoedición, respaldado por un buen nombre, eso sí, pero autoedición al fin y al cabo.

No me parece mal, después de todo, ya que existe una oportunidad de negocio interesante y así es posible ver muchas obras que se iban a quedar, posiblemente, en el tintero. ¿Demasiadas? Tal vez. Se viene a sumar a otras iniciativas del mismo calado que han puesto en marcha editoriales de todo tamaño y que en la última edición de la Feria de Frankfurt han sonado con mucha fuerza. Al parecer, el mercado de la autoedición -con todas sus gradaciones posibles- va camino de convertirse en uno de los más importantes dentro de la industria y nadie quiere perder su lugar en la cola.

Alfredo Álamo

(Valencia, 1975) escribe bordeando territorios fronterizos, entre sombras y engranajes, siempre en terreno de sueños que a veces se convierten en pesadillas. Actualmente es el Coordinador de la red social Lecturalia al mismo tiempo que sigue su carrera literaria.

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