Una de las grandes noticias recientes en el mundo literario ha sido el rumor de que próximamente se publicarán obras desconocidas de Salinger, aquel escritor estadounidense que se hizo conocido por su novela El guardián entre el centeno. Salinger capturó las mentes de incontables adolescentes, que veían algo de sí mismos, aunque fuera mínimo, en la perspectiva del protagonista, Holden Caulfield. Según un documental y un libro que aparecerán en breve (ambos titulados Salinger), el autor dejó instrucciones en su testamento para que se publicaran ciertas obras suyas a partir del 2015. Estas serían varios relatos, una novela y una novela corta, además de un libro relacionado con la filosofía hinduista vedanta, en la que siempre estuvo muy interesado. Por otra parte, el documental y el libro mencionados (ambos compañeros), ofrecerán información muy reveladora acerca de la vida de este escritor, que siempre fue muy celoso de su intimidad.
Es curioso pensar que uno de los actos más importantes de la gran representación de un autor pueda ocurrir una vez este ya no esté con vida para presenciarlo. Quién puede olvidar el caso concreto de The Quarry, la última novela de Iain Banks, que tiene como protagonista a un personaje enfermo de cáncer terminal, idea que desarrolló en la obra aun antes de saber que él mismo también moriría de cáncer, apenas unos meses después. La salida del libro ha sido un evento agridulce para sus aficionados, felices por tener una obra más del escritor en sus manos, y a la vez desolados por su pérdida.
Como era de esperar, incluso las novelas inconclusas son aprovechadas por las grandes editoriales cuando sus joyas favoritas pasan a mejor vida. Esto mismo ocurrió con Latitudes piratas, de Michael Crichton, autor de superventas como Parque jurásico, que fue descubierta por su ayudante entre los archivos de su ordenador tras su muerte. Y ahí tenemos otras grandes sin terminar, como El rey pálido de Foster Wallace. En ocasiones las editoriales asignan autores especializados para terminar las obras incompletas (como ocurrió con Crichton y, por ejemplo, con la saga de La rueda del tiempo de Robert Jordan).
También hay casos en los que las editoriales ignoran una obra, el autor se hace famoso, muere, y alguien aprovecha la coyuntura para publicarla. Sucedió con La abadía de Northanger, de Jane Austen. Fue la primera novela que terminó (aunque ya había empezado a trabajar con las conocidísimas Sentido y sensibilidad y Orgullo y prejuicio). Fue comprada por una editorial londinense, que nunca la publicó. El hermano de Jane, Henry Austen, se la compró a su vez a la editorial de vuelta (por la misma suma), unos años más tarde. Como Jane publicaba de manera anónima, la editorial desconocía el tremendo éxito que ya había obtenido la autora. La autora la revisó, con intención de conseguir que se publicara, y al poco tiempo falleció. Fue su hermano Henry el que la sacó a la luz tras su muerte, y quien le otorgó su título actual.
¿Qué otros libros póstumos os llaman la atención? ¿Conocéis más historias curiosas sobre obras que han aparecido tras la muerte de su autor? Esperamos vuestras aportaciones en los comentarios.