En la entrada anterior reseñábamos Cenital, de Emilio Bueso, que poníamos como ejemplo de ciencia ficción española del aquí y del ahora, de la que nos muestra el final de la civilización occidental tal como la habíamos conocido desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta el comienzo de la aciaga crisis en 2008.
El sueño del otro, de Juan Jacinto Muñoz Rengel, ahonda en esta idea, pero desde enfoque más subjetivo. Por establecer una comparación con los grandes nombres de la ciencia ficción de advertencia, si Bueso está en la onda de las trilogías del desastre de J. G. Ballard o John Brunner, Muñoz Rengel entra hasta el fondo en el espacio interior de J. G. Ballard (vaya, aquí tenemos un referente común para la nueva generación de autores de ciencia ficción carentes de muchos de los prejuicios del fandom) o Brian W. Aldiss, pero con un toque innegable a lo Philip K. Dick. Lo posmoderno y lo dickiano se dan de la mano, en un tour de force que puede recordar a los cuentos de Paul Park o las películas de David Cronenberg.
Xavier es un don nadie, profesor divorciado y con un padre moribundo, el típico loser, cuyos sueños consisten en vivir la vida de André Bodoc, un presentador televisivo venido a menos pero que representa los valores de un triunfador: se lleva de calle a las mujeres y lo mismo conduce a doscientos por hora por las calles barcelonesas que formula las preguntas justas para echar a perder la carrera del director de una organización internacional. El problema es que los sueños de André consisten en vivir la vida del apocado Xavier, sus miserias personales, la relación casi platónica con su compañera de trabajo Helena, los celos irracionales por el novio de su ex, y el implacable deterioro de su padre. Por añadirle un componente apocalíptico y de fin del mundo tal como lo conocemos, en segundo plano sobrevuela una pandemia que se está descontrolando y amenaza con llevarse por delante media humanidad, un tanto a la manera de Contagio, la película de Steven Soderbegh. Sería un spoiler imperdonable destripar el componente fantástico de la novela, pero bástenos decir que, a la manera de Philip K. Dick, se nos plantean los límites de lo que consideramos realidad, aunque por momentos el tratamiento esté más cerca de una película de David Lynch que de una novela de nuestro esquizoide favorito. La paranoia que monta Muñoz Rengel a costa del fake informativo organizado por André Bodoc (y no puedo dar más pistas, lo siento mucho) es de padre y señor mío. Pirandello, Escher, Dick y Aaron Sorkin conviven en esta más que satisfactoria novela, que demuestra los méritos de Muñoz Rengel, un más que solvente autor de relatos, también en distancias largas, cosa que ya se sabía desde que publicó El asesino hipocondríaco.
Así pues, en esta entrada y la anterior hemos visto dos novelas que no hacen sino confirmar los talentos de dos de los cinco o seis miembros más visibles de la nueva ciencia ficción española. Gente sin complejos, con un nivel literario y una claridad expositiva envidiables, y más que seguros nombres fijos en los palmarés de los premios, especializados o no, de este año 2013 (Cenital) y año el que viene (El sueño del otro). Seguro que crean escuela, o tendencia, o como gusten ustedes denominarlo.