El fan fiction es una de las expresiones más genuinas de la literatura popular y que gracias a Internet había encontrado su momento de expansión más grande. Para los que esto les pille un tanto por sorpresa, explicar que el fan fiction consiste en la creación de obras derivadas de la literatura, el cine, la música, etc., por parte de aficionados, de fans, que lejos de quedarse tranquilos con las historias que les cuentan los autores, usan esos personajes que tanto les gustan para escribir sus propios relatos.
Durante años se han creado webs y foros dedicados a este tipo de literatura, con sus propias y, en ocasiones, complicadas reglas de comportamiento. Se han escrito fanfics sobre sagas como Harry Potter o Crepúsculo, no olvidemos que 50 sombras… de E.L. James empezó así, aunque con el boom de las series de televisión han surgido más y más autores aficionados, en un crecimiento casi exponencial.
¿Y los autores profesionales? De su trabajo derivan los fanfics y no todos están de acuerdo con el uso de sus historias y personajes, algunos por defender el concepto de su propia obra, otros por la aparición de nuevos textos -incluso libros- sobre los que no tienen control ni beneficio.
Pues bien, Amazon, que siempre está atenta a las nuevas oportunidades de negocio, lanza Kindle Worlds, un espacio donde publicar fanfics derivados de numerosas obras, con cuyos propietarios han llegado a un acuerdo: se quedarán con el 35% de las ventas. Hay que tener en cuenta que, hoy por hoy, los sitios de fanfics son gratuitos, pero no ofrecen los servicios en ebook y de publicidad, que Kindle Worlds va a ofrecer.
Así que ahora, frente a ese caos en ocasiones alegal del fanfic artesano, va a aparecer la versión Amazon, reglada y con acuerdos, especialmente creada para que aquellos que no pueden esperar a publicar sus historias de Crónicas Vampíricas o crear nuevas tramas para Gossip Girl tengan un lugar donde, a partir de una pura afición, alguien consiga sacar dinero. Amazon, en ocasiones, me inspira tanto miedo como admiración.
E. L. James