El mantra editorial que nos llega en las últimas semanas, las previas al Día del Libro y las diversas ferias que pronto ocuparan la primavera, es que las ventas de libros en España han caído un 20% y que la culpa de este descalabro es cosa, sobre todo, de las descargas ilegales de libros, demonio con cuernos y rabo que ronda a libreros y editores en sus pesadillas. Muchos de ellos citan el informe del Observatorio de piratería y hábitos de consumo de contenidos digitales, que, pese a lo que pudiera parecer, no analiza la situación de los pesqueros españoles en las costas de Somalia, sino que estudia las descargas de libros, discos, películas y videojuegos, así que no estaría de más pegarle un vistazo.
El primer dato que salta a la vista es que 12 de cada 100 internautas se ha bajado algún libro -más que videojuegos ¡ese dato me confunde!-, con un porcentaje equilibrado entre novedades y obras con más de tres años, dejando a las obras de uno o dos años algo por debajo. No es de extrañar: los libros descatalogados son una de las principales búsquedas para descargar libros gratis en la red. Pero el informe en cuestión tiene su miga en el aspecto del lucro cesante, es decir, la cantidad de dinero que la industria editorial deja de percibir por las descargas de ebooks. En lugar de hacer una relación directa descarga/libro sin vender, se usa una nueva manera de contabilizar al preguntar al internauta cuántos elementos habría comprado si no tuviera acceso gratuito. El resultado es de 5,1 millones de euros para el negocio del ebook y 39.9 millones en el caso de los libros físicos. Aplicado al conjunto de la industria, el porcentaje total subiría un 4,6%, apenas un 5% del total.
Entonces, si según este informe la descarga gratuita de ebooks apenas llega al 5, ¿a qué se debe el resto del desplome? ¿Cuáles son las causas para que la industria editorial haya caído un 15% en ventas durante el último año? Está claro que la crisis es un elemento clave en esta situación, sobre todo si juntamos la limitación de presupuesto de las familias lectoras con una política editorial llena de series y libros clónicos, de dudosa calidad literaria, a precios inflados y con una edición mejorable.
Espero que después de leer el informe sobre la «piratería» más de un editor comience a realizar autocrítica en lugar de achacar la crisis actual de la edición en España a las descargas ilegales. Por cierto, para los autores del informe, el año que viene me gustaría ver un elemento más en la estadística de «los más piratas»: ¿cuántos libros ha comprado este año? Igual resulta que los mayores compradores de libros son también los que más descargan, y a lo mejor, sólo a lo mejor, sería mejor que las editoriales y las librerías no fueran por ahí señalando con el dedo a sus mejores clientes.