No nos confundamos: The Host no ha sido un éxito tan abrumador como lo fue en su día la saga Crepúsculo. No sé si es que los extraterrestres tienen menos tirón que los vampiros o bien que su aparición literaria quedó diluida entre miles de títulos de temática parecida, precisamente los que habían surgido a partir de aquella primera trilogía. En cualquier caso, The Host no es un libro que haya vendido precisamente poco, es un superventas, sobre todo en Estados Unidos donde se pasó 26 semanas entre los más vendidos del New York Times, y es más que posible que con el estreno de su versión cinematográfica pueda remontar en las listas de ventas una vez más.
Stephenie Meyer no estaba contenta de cómo se había filmado la primera película de Crepúsculo, así que para esta ocasión se puso el mono de faena y firmó el guión junto al director Andrew Niccol. Desconozco si esto ha sido para mejor o para peor: escribir un libro y escribir un guión son dos cosas completamente diferentes. Lo cierto es que la relación descrita en el libro -ese triángulo amoroso chica-chico-parásito alienígena– funciona mejor en el medio escrito que en el visual, siendo, para los no aficionados a la obra de Meyer, un poco chocante.
Lo mejor de la película, en mi opinión, es el trabajo del director. Pese a los bajones en la carrera de Niccol, este sigue manteniendo una mirada personal y una atención por la puesta en escena y el detalle que marcan la diferencia en una película que, de otro modo, sería absolutamente anodina. También habría que destacar el papel de Saoirse Ronan, nominada a un Oscar por Expiación, que logra sobrellevar su trabajo con bastante dignidad, algo que, en principio, no parecía nada fácil.
La pregunta es si habrá finalmente trilogía literaria y cinematográfica. Por el momento, Meyer ha comentado que está trabajando en dos continuaciones, o secuelas, de The Host , The Soul (El alma) y The Seeker (El buscador/La buscadora) aunque por el momento no parece que haya ningún tipo de fecha anunciada para su publicación.
Stephenie Meyer
La huésped