Devolvednos nuestro tesoro aberrante es más o menos lo que le ha venido a decirle la BnF (Bibliothèque nationale de France) a los herederos de un coleccionista suizo de erótica, Gérard Nordmann, que tienen en su posesión el manuscrito original de Los 120 días de Sodoma. Se trata de una creación que, en palabras de su comprador potencial, Bruno Racine, director de la biblioteca, es depravada y “la pieza más atroz, extrema y radical de Sade, si bien luego añade pero no vamos a juzgarla.
La historia del manuscrito es, ya de por sí, digna de una novela de aventuras a lo Alejandro Dumas. El marqués lo escribió en unas hojas pequeñas y estrechas de papel que formaban un largo rollo que escondía entre los resquicios de la pared de su celda en la Bastilla. Justo antes del ataque contra la Bastilla en 1789, transfirieron a Sade a un manicomio, y lloró con amargura la pérdida de su manuscrito. Con el tiempo el texto fue recuperado, vendido, revendido y publicado.
En 1929 lo compró el vizconde de Noailles, cuya esposa era descendiente directa de Sade. Lo heredó su hija, quien se lo confió a su amigo editor Jean Grouet, quien resultó ser un timador en toda regla. Grouet le vendió el texto al ya mencionado Nordmann, por unos 44000 euros, en 1982. Por supuesto, la familia Noailles lo denunció, y el Tribunal Supremo francés ordenó que se le devolviera el manuscrito. Por una serie de razones legales (Suiza todavía no había firmado el tratado de la Unesco para la restitución de objetos culturales robados), los Noailles tuvieron que volver a llevar el caso a juicio, esta vez en la patria de Nordmann, que determinó lo contrario que la corte francesa. Todo este tiempo, el manuscrito ha seguido en Suiza, pero tras el fallecimiento de Nordmann sus herederos han expresado su intención de venderlo a un coleccionista francés. Para los herederos de los Noailles, aunque esto significaría el regreso de la obra a su país de origen, sería inaceptable. Desean que pase al patrimonio de su país, a la Biblioteca Nacional.
Y aquí entra Bruno Racine, responsable de la compra de documentos fundamentales como el archivo completo de Foucault, dispuesto a pagar más de tres millones de euros para conseguirlo. Eso sí, el dinero saldría del bolsillo de donantes particulares. Quién sabe si entre ellos estará el donante anónimo que en su momento permitió que Racine recuperara para Francia las memorias del famosísimo Casanova.
Los 120 días de Sodoma es un texto pervertido en el sentido más peyorativo del término. Narra la historia de cuatro hombres poderosos y adinerados que secuestran a un grupo de jóvenes y los someten a todo tipo de vejaciones y tortura (Pasolini supo adaptarlo de manera estremecedora para el cine, con una versión claramente crítica para con el fascismo). Abre una vez más la discusión acerca de la moralidad (o falta de ella) en el arte, pues habrá muchos que consideren que un texto de este tipo no puede ser tesoro nacional. Pero Sade fue un escritor revolucionario que pudo trastocar los conceptos de bien y de mal respecto a la sexualidad, al mismo tiempo que la obra podría interpretarse como una crítica feroz a los extremos y a la corrupción del poder; en cualquier caso la calidad de sus escritos y lo que han significado para la historia de la literatura superan, con creces, el horror de su contenido.
Marqués de Sade
Las 120 jornadas de Sodoma