Si habéis oído hablar de la autora estadounidense Patricia Cornwell, es probable que conozcáis algo de su obra y os suene Kay Scarpetta, la protagonista de la mayor parte de sus novelas de intriga médica. Cornwell ha afirmado en varias ocasiones que ella tiene muchos rasgos en común con Scarpetta, en el sentido de que ninguna de las dos ha tenido una existencia fácil, y ambas mantienen (o han mantenido) una relación muy difícil con su padre. Del mismo modo que a su personaje, a Cornwell no le ha importado realizar ella misma determinadas investigaciones para llegar al fondo de cuestiones importantes, y su vena detectivesca ha sido una parte importante de su vida personal.
Cornwell ya ha sido noticia en varias ocasiones, debido a su atribulada carrera tanto privada como profesional. Durante un tiempo, dedicó una gran cantidad de energía y tiempo a la figura de Jack el Destripador (la escritora argumenta que su identidad era Walter Sickert, un pintor de la época) y se le ha acusado incluso de haber dañado un cuadro de Sickert durante el proceso de investigación. El escándalo la ha perseguido de una manera u otra: entre 1991 y 1992 tuvo una relación con Margo Bennet, una agente del FBI casada a quien luego su marido intentó asesinar (aunque parece ser que esto no tenía nada que ver con Cornwell). En 1993, sufrió un accidente mientras conducía ebria, por lo que pasó 28 días en un centro de rehabilitación. En 2007 ganó finalmente el juicio contra Leslie Sachs, un escritor que la había acusado de plagio y que se dedicaba a acosarla por Internet. Pero el caso más largo y penoso para la autora ha sido, sin duda, aquel que la ha enfrentado a su antiguo asesor financiero, la empresa Anchin, Block & Anchin, a quien pagaba un mínimo de 40000 dólares al mes para manejar sus asuntos económicos. Parece ser que la asesoría se embolsó una cantidad importante de dinero de la escritora, además de manejarle tan mal las finanzas que Cornwell estimaba que les debía pérdidas de decenas de millones de dólares.
Lo curioso es que, sea o no cierto que la empresa financiera engañara e hiciera perder dinero a la autora, algunas de las premisas de la escritora no dejan de ser un tanto ridículas. Cornwell asegura que parte del dinero perdido se debe a que perdió un contrato con su editorial al no cumplir con una fecha de entrega por culpa de la financiera. Según la escritora, la empresa se había comprometido a conseguirle un alojamiento en condiciones para que pudiera trabajar mientras redecoraban su casa y, al no cumplir con lo acordado, el estrés y desbarajuste de su hogar afectaron de tal modo a Cornwell que ya ni sabía lo que estaba escribiendo. La empresa financiera ha insistido también en que las pérdidas de la autora no se debían a ninguna negligencia ni malversación por su parte, sino que eran ocasionadas por la crisis económica y los hábitos despilfarradores de la escritora, quien gusta de Ferraris, helicópteros y alquileres de pisos a precios absurdos. Sea como sea, Cornwell ha terminado por ganar la partida, y Anchin ha tenido que desembolsar casi cincuenta y unos millones de dólares (más de 38 millones de euros), una cifra de lo más jugosa para una mujer que bate récords en esto de las ventas de libros.
Patricia Cornwell