El género del relato no es, ni mucho menos, un género popular. Si bien en el mundo de la ciencia ficción siempre ha tenido un peso importante (sobre todo en el desarrollo de nuevas tendencias, gracias a la influencia de revistas y publicaciones especializadas), no llega a alcanzar las ventas de la novela, obras narrativas más largas y atractivas. Tal vez por esto llama tanto la atención el caso de Ted Chiang.
Chiang no es un escritor profesional, en el sentido de que se dedique de forma exclusiva a la escritura ni de que viva de ello. Es informático, y queda patente en sus textos que se trata de una persona con una gran inquietud intelectual y científica. Pero sus relatos han servido de referencia para muchos de los grandes escritores de ficción especulativa de hoy, y aficionados y críticos por igual no dejan de alabar la inmensa originalidad y trascendencia de sus escritos. Personalmente, nunca había oído hablar tanto de un escritor de relatos en el mundo de la ci-fi desde Philip K. Dick, por lo que La historia de tu vida se convirtió en una lectura obligatoria.
Chiang tiene una gran virtud y un gran defecto, por lo menos desde mi perspectiva de lectora no científica. La virtud es que consigue algo que está a la altura de muy pocos: hace que el lector se sienta inteligente. Sus cuentos pueden resultar densos y utiliza con frecuencia un léxico muy técnico, propio de diversas disciplinas o campos de conocimiento, pero ninguno de ellos está tan alejado, tan especializado, como para que el lector medio no pueda entenderlos aplicando un pequeño esfuerzo. Por desgracia esta virtud puede convertirse en su mayor defecto, ya que a veces su intención especulativa y su pasión por la ciencia lo llevan a olvidarse de la propia estructura narrativa, y sacrifica el ritmo, o incluso el final, por una resolución más interesante desde el punto de vista de la conjetura que de la trama. Por supuesto, hay excepciones, y algunas de sus historias poseen una estructura impecable, con terminaciones sutiles que se enquistan en el cerebro y viven allí durante horas, como ocurre también con los cuentos de Kazuo Ishiguro, que de primeras parecen inocentes, inocuos, pero que rondan en la mente del lector hasta que de repente explotan, tal vez un par de días después de haber terminado el lector con el relato. Apuntaría en concreto el cuento que da nombre a la recopilación, La historia de tu vida, con una clara y maravillosa influencia de Vonnegut, y El infierno es la ausencia de Dios como las narraciones más conseguidas e intensas.
Es posible que Chiang no sea un autor para todos los públicos. No es lectura fácil, ni en un sentido intelectual ni moral. Pero sí que es cierto que sus relatos tienen un extraordinario poder de succión: una vez dentro, es complicado salir. La torre de Babilonia, por ejemplo, que abre la antología, es una de las narraciones más hermosas que ha caído en mis manos en mucho tiempo, con la detallada y fascinante descripción de una sociedad formada alrededor de una torre casi infinita. Comprender ofrece una visión única de lo que podría ser gozar de superinteligencia y conocer la propia mente. Dividido entre cero revalúa lo que significan las matemáticas, no solo como ciencia sino también de manera personal, como garante de la armonía y del orden. Lo bueno de un libro de relatos es que puedes quedarte solo con los que te apasionen. Dadle a Chiang una oportunidad, os aseguro que se la merece.
La historia de tu vida