Cuesta pensar que, hasta que se estrenaron las películas de Peter Jackson basadas en El Señor de los Anillos, había un buen puñado de personas que nunca habían oído hablar de John Reginald Reuel Tolkien. Ahora, todos estamos a la espera de la aparición de El Hobbit, El Silmarillion, y todo lo que Hollywood quiera y pueda echarnos. Y claro, no es mal momento tampoco para las editoriales relacionadas con el mundo Tolkien.
No es que lo haya sido nunca: antes de las películas la marca Minotauro ya se desenvolvía bastante bien a lomos de su producto estrella (hasta le quedaban ingresos para deleitarnos con ediciones de papel grueso y lujosa tapa dura de clásicos de la ciencia ficción e incluso algún que otro autor español). Pero el cine ha abierto caminos que los lectores de fantasía no pudieron, y permitió, entre paisajes de infarto, escenas de acción trepidante, un casting excelente y una historia bien contada, que se aficionaran a Tolkien las mismas personas que, inspiradas por la plasmación en pantalla grande, acudieron a la fuente original (y tal vez a otras muchas obras de fantasía: Memorias de Idhún, por ejemplo, fue una de las grandes beneficiarias de este fenómeno fan masivo).
Pero los ingresos y la comercialización no son la única razón para seguir aprovechando esta mina de oro que es el legado de un profesor universitario nacido en Sudáfrica, al que le gustaba tejer historias con tintes mitológicos e irse de tertulias con grandes de la fantasía como C. S. Lewis, mientras inspiraba a alumnos suyos que a su vez se convertirían en gigantes del género, como Diana Wynne Jones. Minotauro ofrece, 75 años después de la primera publicación de El hobbit de manos de Allen & Unwin, una edición de lujo de las mejores ilustraciones del mundo de Bilbo Bolsón. El libro fue creado por Wayne G. Hammond y Christina Scull, dos especialistas de la obra de Tolkien que han recopilado todo el material pictórico relacionado con la historia: más de cien dibujos, mapas, bocetos, etc., incluyendo imágenes nunca publicadas.
Ah, y también anticipamos la publicación de un poema de Tolkien, unas 200 páginas de versos que se han encajado en un libro rellenado con ensayo y anotaciones de su hijo, Christopher Tolkien. Aparecerá editado por HarperCollins (desconozco si acabará por estar disponible en español; traducir al Tolkien poeta debe de ser una tarea de gigantes). Se trata de una poesía no terminada e inspirada por los mitos artúricos (se titula The Fall of Arthur, La caída de Arturo), en la que el gran escritor trabajó poco antes de comenzar con El hobbit. Es una pieza que podríamos considerar estrictamente para aficionados a la poesía especializada (la obra está escrita en verso aliterativo, una forma germánica en la que se crearon, ya hace mucho, grandes obras como Beowulf), o para fans completistas del universo Tolkien; probablemente estemos ante una publicación de escaso interés para el público general. Sea como sea, las editoriales siguen ofreciendo material, el cine sigue ofreciendo películas, los escritores siguen inspirándose en su mundo… Tolkien es, ante todo, un producto de lo más rentable.