Las Monarquías de Dios está formada por una serie de cinco novelas escritas por Paul Kearney desde 1995 a 2002 y que han sido publicadas recientemente en España por la editorial Alamut, no sin ciertas dificultades para llegar a sacarla por completo, pero cuyo resultado final es ciertamente satisfactorio.
Las Monarquías de Dios es una serie de literatura fantástica. Me gustaría dejar esto claro ya que algunos lectores parecían estar convencidos de que se trataba de literatura histórica. En esta serie de libros, Kearney crea un mundo muy parecido al de nuestra Baja Edad Media, aunque transformando aquí y allá los reinos para adaptarlos a su propia conveniencia. De ese modo nos encontramos con unos reinos muy similares a los europeos y dos religiones de aspecto similar al del cristianismo y el islam. La influencia de esas religiones sobre los reinos es más que evidente y, como se dio también durante la Edad Media, la guerra entre ambos bloques se desata con toda la crudeza posible. La obra desarrolla este conflicto en paralelo con una expedición marítima hacia el Oeste, donde se rumorea que existe un continente desconocido lleno de riquezas.
Kearney introduce también un tipo de magia, el dwomer, con sus reglas, practicantes y consecuencias, cuya importancia es vital para la narración. Al crear un mundo tan parecido al nuestro, desde una perspectiva histórica, el autor puede meter esta magia, el elemento fantástico, de una manera que no llega a adueñarse de la historia. De hecho, la manera de narrar de Kearney sería del agrado de los aficionados a la literatura histórica más dura, ya que el grado de detallismo es muy alto y las batallas se cuentan paso a paso.
El punto fuerte de esta pentalogía reside en los personajes principales, a los que dota de un gran carisma. Tanto es así que nos encontramos ante una serie coral, sin llegar a los extremos de Canción de Hielo y Fuego, pero en la que la acción se reparte de una a otra parte del mundo sin que pierda un ápice de interés. El hecho de que los libros sean de una extensión apropiada, unas trescientas páginas, también ayuda. Hay poco relleno en Las monarquías de Dios y se agradece.
Como punto más flojo, en mi opinión, los adversarios. Son personajes que no acaban de estar tan desarrollados como los protagonistas y que se desdibujan poco a poco, sobre todo en el último libro. Es un detalle menor, pero que hubiera puesto la guinda a una gran serie de literatura fantástica. Más que recomendable.
Paul Kearney
Las Monarquías de Dios