Praga mortal, de Philip Kerr

Tras un breve tiempo en silencio volvemos a encontrarnos con una de las aventuras del duro policía alemán Bernie Gunther en Praga Mortal, esta vez de nuevo inmerso en plena contienda mundial, en un periodo entre su paso por Ucrania y los acontecimientos que se narran en novelas anteriores.

Philip Kerr vuelve a saltar de momento histórico para llevarnos primero al Berlín de 1941 en el que ya se empieza a notar la carestía de alimentos y el racionamiento (aunque Kerr trata esto con cierta suavidad para lo que en realidad fue) y de ahí a la Praga ocupada por el dominio Nazi, con el sangriento Reinhard Heydrich al frente del país.

Kerr logra un equilibrio algo desigual entre historia y ficción, siempre redondeando los hechos oficiales para que cuadren en su historia. Digamos que Kerr fabrica de nuevo una novela negra de sobresaliente en la que la historia encaja un poco forzada, pero con una base que ya le gustaría a otros autores.

En esta ocasión Gunther se encontrará con la investigación de varios asesinatos en Berlín -alguno de los cuales se le sugiere que olvide y otro le es encargado por la Gestapo-, antes de acudir a la llamada de Heydrich a Praga, con el propósito de ofrecerle un improbable puesto de guardaespaldas. Gunther volverá a caer enamorado, una constante en los libros de Kerr, y se enfrentará a un buen número de altos mandos nazis con la socarronería que le caracteriza y que nunca le da una satisfacción duradera.

Praga mortal sigue la línea de calidad de otros libros de Kerr y es más que recomendable para todos los seguidores de las aventuras de Bernie Gunther. Además, es otro motivo para que cualquier amante de la novela negra se acerque al interesante escenario del Berlín Noir, aunque sea desde el primero de sus libros, Violetas de marzo.