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Palabras intraducibles (I)

AutorGabriella Campbell el 10 de agosto de 2012 en Divulgación

Wabi-Sabi

En la novela Happiness, de Will Ferguson, los protagonistas se divierten encontrando palabras culturalmente únicas, es decir, palabras que son imposibles de traducir de manera directa a otros idiomas. Esta disparidad surge, sobre todo, a raíz de diferencias culturales y de distintas maneras de pensar, y hacen falta largas explicaciones para que personas de países ajenos puedan entender a qué se refieren dichas palabras.

Desde que leí la novela de Ferguson, aunque lo de las palabras intraducibles era tan sólo una parte minúscula del argumento de la obra, me sentí fascinada por el concepto. Imaginad qué dificultad para un traductor, que debe encontrar una manera de explicar no sólo el significado de algo que puede sernos del todo extraño, sino, en ocasiones, hasta reproducir la sonoridad que puede tener este término (esto es más notable sobre todo en la poesía, o en la prosa más lírica). Para los daneses, por ejemplo, la palabra hygge (que aparece tanto en el idioma danés como en el noruego), no es solamente una palabra. Es una forma que se mezcla con el lenguaje, combinándose con otros términos, que por sí sola, por su sonido, puede transmitir una sensación de gusto y comodidad. Hygge es, por explicarlo de algún modo, un sentimiento o estado de ánimo asociado a algo relajado, cómodo, y tranquilo, como lo que sentimos cuando estamos en casa delante de una chimenea, con unos buenos amigos y una copa de vino. De esta palabra surge, por ejemplo, julehygge, que se refiere al espíritu navideño.

Otro caso parecido es el de wabi-sabi, del japonés. El wabi-sabi es toda una filosofía, que consiste en encontrar paz y belleza en lo imperfecto, en el carácter efímero y fugaz de las cosas. Desde el punto de vista de la estética, suele asociarse a lo sencillo y rústico, combinando minimalismo con elementos de la naturaleza, pero también puede referirse a un tipo de belleza que destaca precisamente por su imperfección o incluso por su decadencia. Debe, además, producir en el que la observa cierta serenidad y reflexión. Si bien no puede traducirse de manera directa al mundo occidental, aparece cada vez más en nuestro ambiente en forma de exposiciones de arte, arreglos florales o incluso como filosofía de programación informática.

A veces las ideas que reflejan estos términos intraducibles no nos son tan extrañas. Esto ocurre con schadenfreude, ese vocablo alemán que viene a describir la sensación de felicidad que nos embarga cuando algo negativo le ocurre a nuestros enemigos (o simplemente a personas que nos caen mal o a las que envidiamos). Lo más parecido que tenemos en español sería regodearse. Un poco como lo que podrías sentir si aquel compañero del colegio que siempre sacaba mejores notas que tú, que se casó con la chica que te gustaba y que encima llegó a ocupar un importante cargo político muy bien remunerado, apareciera, de repente, en algún telediario como mayor acusado de un caso de apropiación indebida de fondos.

En la segunda entrega del artículo trataremos más palabras que, por una razón u otra, no pueden ser traducidas de modo directo.

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