En la primera parte del artículo hablábamos de como Gav, el autor del blog británico Gav Reads, aducía una serie de motivos por los cuales se negaba por sistema a reseñar obras autoeditadas. Otra razón que aporta Gav para negarse a reseñar este tipo de libros es la especialización. Muchos autores se dedican a enviar ejemplares y notas de prensa a diestro y siniestro, sin fijarse (como sí suelen hacer las editoriales) en si sus destinatarios forman parte de su nicho de mercado. En este caso, no se trata tanto de no querer reseñar tu libro porque lo has editado tú, sino porque es un tratado de mil páginas sobre el uso del alcantarillado en la Europa medieval. Es muy probable que, a no ser que el blog trate específicamente ese tipo de temas, su dueño y/o colaboradores no tengan ningún interés en tu obra.
Por último, insiste en la falta de filtros aportados por una editorial. Es muy cierto que esto no puede aplicarse a todos los libros. Hay una cantidad sorprendente de libros editados de forma tradicional que están repletos de erratas, con nefastas maquetaciones y una capacidad de redacción lamentable, del mismo modo que existen libros autoeditados de indudable calidad, con una corrección pulida y una maquetación envidiable, pero, a juicio de Gav, por lo general la gran mayoría de libros autoeditados carece de un filtro de calidad, por no hablar de todas las obras que prescinden de los servicios de un corrector, un diseñador, etc.
Si bien estoy de acuerdo con todos los puntos presentados por el bloguero, y reconozco que parte de una experiencia más que probada, no puedo evitar que muestra una seria falta de esfuerzo hacia un mundo literario que crece a un ritmo endiablado. Algunas obras autoeditadas han demostrado una rentabilidad más que viable y alguna que otra hasta ha demostrado una calidad llamativa. Tal vez Gav, como otros blogueros en situaciones similares, debería limitarse a obras autoeditadas que le vengan ya recomendadas, o dedicarse él mismo a solicitar de manera activa la recepción de ejemplares autoeditados de temáticas que crea que le pueden interesar. Y si decide realizar una crítica durísima tendrá que hacerla, aunque entiendo que, debido precisamente a ese vínculo directo con el escritor, esto puede echar para atrás a más de uno.
En resumen, la política de recepción de libros de cada blog es un asunto muy respetable. Al fin y al cabo, no se trata de entidades oficiales ni publicaciones a gran escala que deberían mostrar el mayor abanico literario posible con el fin de incluir toda la información necesaria para sus lectores. Los blogs ofrecen contenido gratuito, creado por redactores que en muchas ocasiones lo hacen por simple afición, sin esperar nada a cambio, y por tanto tienen todo el derecho a restringir el tipo de libros que reseñan. Sin embargo, también son necesarias sus voces en el mundo de la autoedición, precisamente para remarcar los libros que merecen la pena y destacar a aquellos autores que son dignos de nuestra atención.