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Literatura efímera

AutorGabriella Campbell el 2 de agosto de 2012 en Divulgación

El libro que no puede esperar

Bajo la expresión literatura efímera se engloban varias clases de producción literaria. Muchos entienden que con este término se define la micronarrativa, que podría tener un carácter efímero, volátil, debido a su carácter hiperbreve y a su existencia a veces igualmente breve, perdida en las inmensidades de la red, o a las propiedades poco duraderas de las publicaciones sencillas y de fácil deterioro (plaquettes, fanzines, incluso libros descargables como los que ofrece Nanoediciones). Algunos lo asocian a la literatura producida por y para internet, creada para la lectura rápida en pantalla. Para otros, la literatura efímera es aquella que no se guarda en papel, aquella que es parte de una representación oral y/o visual, como podría ser un recital, una performance, una lectura pública o una improvisación.

Pero en todos estos casos suele utilizarse efímero como adjetivo metafórico, para describir un tipo de creación literaria que no se conserva en un soporte duradero. ¿Y qué ocurriría con una literatura efímera en el sentido más literal, una literatura que solo durase físicamente un tiempo limitado?

Esto es lo que se han preguntado los responsables de El libro que no puede esperar, una obra argentina publicada por la librería y pequeña editorial Eterna Cadencia, que lleva un tiempo reflexionando sobre el papel de los libros tradicionales en una era cada vez más digitalizada. Eterna Cadencia ha intentado prestarle al libro físico la misma urgencia y rapidez de su equivalente digital, dándole un tiempo de vida limitado, concediéndole una mortalidad mucho más rápida que la del libro medio, que con cuidado y respeto puede sobrevivir en nuestra estantería durante muchos años, sin importar si se ha leído o no.

La idea de El libro que no puede esperar es que, una vez abierto, debe leerse. Una vez roto el envoltorio y expuesto el libro a la luz, la tinta impresa en la obra comienza a desvanecerse poco a poco, hasta desaparecer al completo al cabo de unos dos meses. Así, si queremos aprovechar el dinero invertido y disfrutar de la lectura del libro, debemos hacerlo en este espacio de tiempo. Para su editorial, además, significa mucho más, se trata de un concepto aplicable a la vida profesional de los nuevos escritores a los que pretende publicar: si nadie lee al escritor novel, éste desaparece. El carácter efímero de la obra obliga a sus lectores a leerlo, a negarse a que sus letras se pierdan para siempre, como si al leerlo y disfrutarlo se llevara a cabo una misión de protección y perpetuación a lo Farenheit 451.

La primera obra escogida para este singular tipo de impresión (realizada en tinta rosa, seguramente serigrafiada) ha sido El futuro no es nuestro, una antología de cuentos de escritores jóvenes latinoamericanos, y ha gozado de una aceptación fabulosa (ya se ha agotado la primera edición). El tiempo nos dirá si la iniciativa consigue arrastrar a un público fiel de lectores o si solo se trata de una novedad que pronto pasará de moda, añadiendo así un nuevo matiz de literatura efímera a estos peculiares libros.

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