Ya empiezan a caer las grandes. Sergio Gaspar, responsable de DVD Ediciones, dio sus razones hace unos días en una entrevista para El Cultural, donde explicaba el porqué del cierre de este referente de la literatura española. Gaspar hablaba sobre todo del problema del impago de sus clientes (muchos de ellos institucionales), lo que ha lastrado a la editorial que, por otra parte, apenas había tenido un descenso en ventas en los últimos años y mantenía una saludable economía sobre papel. Ésta, por desgracia, no se traducía en liquidez contante y sonante.
Aunque publicaban varios géneros, es en la poesía donde la editorial siempre tuvo su punto fuerte, gracias sobre todo a una visión arriesgada pero efectiva. Es imposible hablar del panorama poético actual en nuestro país sin relacionarlo, de un modo u otro, con DVD Ediciones. Nombres que hoy en día son referencias obligadas, como Elena Medel, Rafael Pérez-Estrada o Javier Egea, no pueden evitar asociarse de alguna manera con la editorial.
En una entrevista de 2006, donde se celebraba el décimo aniversario de DVD, la revista Quimera le preguntó a Gaspar cuál era para él la definición de editor independiente. Éste contestó: “Un editor de literatura en España merece el calificativo de independiente si defiende un proyecto alternativo —al menos, en una parte significativa de su catálogo— a los hábitos, los gustos y los nombres dominantes en el mercado literario español, es decir, si no acepta ni el statu quo ni la inercia del mercado, si aspira construir —al menos parcialmente, insisto— otro(s) mercado(s) y otra(s) literatura(s) en España”. No cabe duda de que el propio Gaspar se encuadraba en esta definición, a lo que se añadía una visión de mercado que le permitió sobrevivir durante dieciséis años, algo inaudito en el sector de la literatura “alternativa”.
Hoy en día encontramos muchas editoriales que se definen como adalides de la poesía encauzada fuera de ese torrente central conocido como mainstream. No obstante, una gran cantidad de éstas sobrevive a duras penas, gracias a subvenciones, contratos de coedición o al ingreso constante de dinero propio, como si de un capricho de ricos se tratara esto de editar a los comercialmente menos viables; y la mayoría son entidades pequeñas con escasos títulos, o son colecciones pertenecientes, a su vez, a editoriales mayores dispuestas a afrontar pérdidas económicas en aras de determinado prestigio. DVD era de las pocas que conseguía ofrecer un producto de calidad lejos de los géneros, temas y nombres más potentes, y mantener cierta rentabilidad a base de arriesgar con escritores menos conocidos pero de sobradísimo talento. En cierto modo ofrece consuelo saber que la editorial no había perdido lectores, sino que se ha visto obligada a enfrentarse al mismo mal que aqueja ahora a toda la industria del libro: la falta de solvencia de los intermediarios y de los propios clientes.
El propio Gaspar ha afirmado que, de regresar al mundo editorial, enfocaría de una forma muy diferente la publicación y el formato de los libros. Según él, la “fórmula actual está muy tocada”. Esperemos que sea así y que podamos disfrutar pronto de una nueva entrega de DVD, bajo cualquier otro nombre.