Hace unos pocos días surgió una polémica que llamó mucho la atención a aquellos dedicados, de manera profesional o por afición, a la reseña y crítica literaria: la editorial RBA amenazaba a un bloguero por reproducir citas de uno de sus libros con una denuncia si no retiraba su contenido del blog. Tras el susto inicial se demostró que RBA no tenía absolutamente nada que ver con esa amenaza, pero la noticia ya había corrido como la pólvora.
RBA lanzó luego un comunicado en el que recordaba cuáles eran sus cuentas oficiales en redes como Facebook o Twitter, aconsejando a todos los que seguimos la actualidad literaria que no hagamos caso de otras creadas quién sabe con qué ánimo o intenciones. Todo esto lleva a que nos hagamos una idea de lo importante que es tanto para editores como para escritores la creación de una correcta identidad digital en redes sociales.
Y es que no basta con sacarse una cuenta de Twitter a través de la cual no hacer más que mandar spam sobre tu novela, tu booktrailer o tu presentación. Cuanto más publicitario y poco personal sea tu vida en las redes sociales, más fácil le puede ser a cualquier bromista o desaprensivo suplantarte sin que nadie se de cuenta. Una letra de más en el nick, un guión bajo en medio, y ya está, tu versión troll puede empezar a decir barbaridades que luego te serán atribuidas. No, no es justo, y puede que logres unas disculpas, pero la reputación web es de las que sufren mucho por los rumores y la inmediatez.
Hace también relativamente poco se filtró la noticia de que Gabriel García Márquez había muerto. ¿Cuál era la fuente? Una supuesta cuenta twitter de Umberto Eco. Al final, como lo de RBA, resultó ser un rumor sacado de un usuario falso. Es necesario que editores y autores traten de aumentar su presencia en redes sociales, pero hace falta también que los lectores, que son muchos más, ayuden a encontrar a aquellos que se dedican a mentir detrás de un nombre que no les pertenece.