Suele ser divertido encontrar referencias del pasado a cómo nuestros antepasados pensaban que sería el futuro; del mismo modo que, con seguridad, nuestros descendientes encontrarán una fuente de inagotable entretenimiento en las predicciones de hoy. El blog Letterology, que pertenece a un profesor de diseño y tipografía de Seattle, Estados Unidos, recogió hace poco algunas de las predicciones más interesantes que se realizaron allá por 1962 acerca de cómo serían los libros en nuestros tiempos. Algunos eran bastante acertadas; otras, no tanto, y aparecieron en un artículo del periódico Seattle Times titulado Libros parlantes entretendrán e informarán a los lectores del siglo XXI. Recojo aquí las que me resultan más llamativas, traducidas para vuestro (espero) deleite:
”Los libros se distribuirán de forma diferente. Se venderán en tiendas de comestibles, ultramarinos y en gasolineras”. Y tanto que sí. Lo que en 1962 podrían ser tiendas locales especializadas hoy en día se traducen en grandes superficies y centros comerciales que, por supuesto, venden libros. Y sí, hasta en algunas estaciones de servicio con gasolinera podemos encontrar algún que otro superventas. El libro ya no es un producto especializado propio de puntos de venta exclusivos.
”Todo será más fácil para investigadores y académicos. Podrán acceder a todo tipo de información de cualquier parte del mundo desde la comodidad de su propio hogar a través del televisor. La mala noticia es que los únicos libros en papel que se salvarán serán los libros de bolsillo”. Aquí dan en el clavo, anticipándose al uso generalizado de Internet y su funcionalidad documental, si bien visualizan la pantalla del televisor como fuente de información en vez del monitor de ordenador que hoy conocemos. Lo de los libros de bolsillo es curioso, ya que de llegar el ebook a dominar el mercado editorial, lo que probablemente sobreviviría sería lo contrario, el libro joya, una edición de lujo con el que el lector electrónico no puede competir.
”Los libros serán más suaves, rápidos y esbeltos”. De nuevo aquí aciertan. La irrupción del ebook convierte el lector electrónico en un aparato de diseño, un gadget que intenta sustituir la experiencia táctil del libro tradicional ofreciéndonos una textura suave y una forma elegante y ligera. Conforme se desarrollan, los e-readers son cada vez más rápidos y la experiencia lectora, más fluida. Sin embargo, uno de los entrevistados para el reportaje en cuestión también anticipaba que “el viaje espacial será una poderosa influencia”, y no me queda muy claro hasta qué punto eso podría ser cierto, más allá del desarrollo de ciertas temáticas dentro del género de la ficción especulativa. Aunque los ebooks actuales podrían tener una apariencia ciertamente futurista, no sólo para alguien de 1962 sino incluso para alguien de principios de los años 90, éstos no se han desarrollado como respuesta a una necesidad de ocio de los astronautas, sino como una posibilidad mucho más práctica para el lector medio, algo que cada vez tienen más claro grandes empresas tecnológicas.