Son muchos los ejemplos de que la cultura está siendo una de las grandes sacrificadas de la crisis con cierre de bibliotecas, como las de Caja Madrid (Bankia), menos subvenciones, paralización de proyectos… Esta situación, no nos engañemos, tampoco es nueva ni era imprevisible: la cultura llevaba varios años supeditada al espectáculo o al titular cuando no a la rentabilidad económica. Pero con la crisis está situación se ha agudizado, sea por oportunismo o por necesidad, disminuyendo los ya de por si paupérrimos presupuestos culturales. Pero no podemos extrañarnos que al concejal de cultura, que dedica la mayor parte de su presupuesto anual a llevar a la folclórica de turno a las fiestas de Agosto, no le tiemble el pulso a la hora de paralizar las adquisiciones de una biblioteca.
Hace poco más de un año hablábamos de las amenazas de cierre en numerosas bibliotecas inglesas, en un arrebato neoliberal por cuadrar cuentas y desmontar todo lo desmontable, y de la reacción de los ciudadanos. En estos momentos, hay una situación similar mucho más cerca, y no es la única ni será la última, nos tememos.
En Murcia, desde enero se han cerrado varias bibliotecas municipales y se han reducido los horarios de otras muchas en un servicio del que se había privatizado la gestión desde 2005 (como todos sabemos lo privado sabe mejor y engorda menos). Pero los libros no están solos, encerrados en bibliotecas cerradas sin que nadie lo lea, el Comando de Liberación Bibliotecaria ha acudido a la ayuda de parte de estos libros, con el “secuestro” de 500 ejemplares de la Biblioteca José Saramago con la ayuda de los ciudadanos.
Este Comando reivindica el secuestro a través de un comunicado en el que exigen la reapertura de las bibliotecas, horarios amplios o gestión pública, ofreciendo mientras tanto pruebas de vida de los secuestrados.
Con esta iniciativa curiosa y con sentido del humor, que no deja de ser una anécdota, se llama la atención del grave deterioro que está sufriendo el acceso a la cultura y al conocimiento y que condena a la sociedad a ser, todavía, un poco menos libre. Se puede argumentar que también está siendo atacado el acceso a la sanidad o a la educación, pero no nos equivoquemos de bando, la lucha no es entre cultura o sanidad sino entre público y universal o privado y elitista.
Mientras tanto en las bibliotecas podemos empezar a plantearnos otras opciones de conseguir ingresos como vender figuritas de Messi o de Ronaldo o muletas de toreros. Quién sabe, igual eso sí que nos lo subvencionan.