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Nos gustan las Ferias del Libro Antiguo y de Ocasión

AutorAlfredo Álamo el 2 de marzo de 2012 en Opinión

Ferias de segunda mano

Puede parecer que en Lecturalia nos pasamos el día leyendo autores autoeditados en Amazon en lectores de libros electrónicos de última generación mientras tuiteamos qué nos parece la última novedad multinacional en alcanzar los cien mil ejemplares vendidos… nada más lejos de la realidad.

Si bien disfrutamos del libro electrónico por sus ventajas, en cuento llega la primavera nos volvemos cual urracas en busca de tesoros debido a la aparición de las primeras casetas de la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión que, en nuestro caso, comienza en Valencia en unos pocos días. Como el año pasado tuvo que celebrarse en otoño y pasó casi desapercibida, este año, de vuelta a sus fechas habituales, se nota en el ambiente que hay ganas de dejarse caer un par de mañanas.

Muchos os preguntaréis la razón de perder unas cuantas horas de caseta en caseta, haciéndose sitio para llegar ahí, a esa esquina donde parece que están los libros que te interesan, a un precio anotado en lápiz, mientras arrugas la nariz comprobando el estado general del volumen. ¿Acaso hay un ahorro tan grande? No, la mayoría de las veces no es por el dinero, incluso me atrevería a decir que el componente sentimental es muy importante a la hora de trastear entre esos libros usados, llenos de polvo, de hojas acartonadas y portadas llenas de rascones. Así tengo yo en casa Los tres mosqueteros o una selección de textos de Camus, por ejemplo. Otras veces, claro, sabes que hay un par de esos libros que siempre has querido tener en circulación y que ves muy difícil su reedición, ni en digital, así que te armas de paciencia, te levantas pronto y acudes a las casetas con cara de sueño antes de que lleguen los profesionales de las compras, armados con listas interminables y que se suelen llevar lo mejorcito a primera hora de la mañana.

Hay que alabar también el trabajo de la gente que pone las casetas, sobre todo los que viajan de una a otra parte de España con los libros a cuestas, en ocasiones con la suerte de vender y en otras resignándose a dejar pasar las horas en solitario. Ahora se lleva mejor, gracias a los móviles y al Internet móvil, y es un alivio. La profesión de librero de viejo y lance es muy curiosa, he conocido auténticas enciclopedias literarias, y siempre puedes dejarte aconsejar por ellos, seguro que tienen algo que te interesa.

Otro de los aspectos de estas ferias se centra en los libros verdaderamente antiguos, que normalmente no son incunables, pero sí suele haber un verdadero surtido de libros singulares que atraen la atención de la prensa, por sus elevados precios, y de los coleccionistas especializados. Los puestos de venta de estos libros son interesantes para visitar, nunca está de más echar un vistazo a estas pequeñas joyas literarias.

Así que la próxima vez que la feria del libro antiguo llegue a vuestra ciudad, no os lo penséis demasiado: zapatillas cómodas, una mochila para los libros y, en mi caso, el dinero justito para no acabar con una nueva montaña de libros a los que encontrarle sitio en casa.

Alfredo Álamo

(Valencia, 1975) escribe bordeando territorios fronterizos, entre sombras y engranajes, siempre en terreno de sueños que a veces se convierten en pesadillas. Actualmente es el Coordinador de la red social Lecturalia al mismo tiempo que sigue su carrera literaria.

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