Se acerca San Valentín y seguro que muchos de vosotros estáis buscando ya el libro idóneo para regalar a vuestra pareja. Eso está muy bien. Regalar libros siempre es bueno, pero sobre todo en fechas relacionadas con el amor, y os diré por qué: Escribir es sexy.
Aunque la RAE le quite todo lo sexy a lo sexy diciendo que hay que escribirlo como sexi, creo que es hora de reclamar a la lectura una de sus características más evidentes y que siglos de endiosamiento cultural nos impiden reconocer abiertamente: leer convierte a las personas en más atractivas. De verdad. Es cierto.
No hablo ya de leer libros romanticones, como los de Moccia, o románticos, como los de Nora Roberts. Tampoco hace falta que os aprendáis de memoria largos versos dedicados al amor para susurrarlos al oído de vuestros amantes (aunque, qué queréis que os diga, si sois capaces de decir de corrido y bien entonados unos versos de Baudelaire:
¡Oh vellón, que rizándose baja hasta la cintura!
¡Oh bucles! ¡Oh perfume cargado de indolencia!
¡Éxtasis! Porque broten en esta oscura alcoba
Los recuerdos dormidos en esa cabellera,
La quiero hoy agitar, cual si un pañuelo fuese.
Languidecientes asias y áfricas abrasadas,
Todo un mundo lejano, ausente, casi muerto,
Habita tus abismos, ¡arboleda aromática!
Tal como otros espíritus se pierden en la música,
El mío, ¡oh mi querida!, navega en tu perfume.
os aseguro que algo de crédito os habréis ganado). Pero no, no es eso a lo que me refiero. No hace falta ser un lector versado en el amor, ni pasar largas horas leyendo sobre romances imposibles. Nada de eso es necesario, ya que hay pocas cosas más sexys que ver a alguien leyendo por puro placer hedonista, recostado en banco, acurrucado en el sofá o mordisqueando un bolígrafo en la biblioteca.
Y es que leer dice mucho de la persona. Quiere decir que posee una mente curiosa, imaginativa, despierta, capaz de imaginar mundos y de pasar horas en el séptimo cielo gracias a algo tan sencillo como un buen libro. También leer es pasión. No tienes más que preguntar a un lector por su libro favorito para darte cuenta de que los que más leen son también, en el fondo, los más apasionados.
Basta ya de esos mitos absurdos sobre la lectura creados por aquellos que no son capaces de leer dos párrafos seguidos sin que se les descoyunte la mandíbula de tanto bostezar y que pasan más horas haciendo músculos en el gimnasio que delante de un libro. Que se acabe ya la idea de que por leer eres más torpe o poco social y que si lees eres un bicho raro. Los bichos raros son ellos, los que no leen, los que desprecian el placer de las palabras y prefieren pasar el rato embobados delante de la telebasura.
Así que ya lo sabéis, leer es sexy. Tenedlo en cuenta y mostrad orgullosos y orgullosas vuestros libros de tapa dura, los ereaders de última generación y esas gafitas negras para ver mejor de cerca que os hacen tan, tan atractivas.