Puede que el nombre de Scotty Bowers no sea tan conocido como el de Katherine Hepburn, Cary Grant o Errol Flynn, pero en la época dorada de Hollywood era un personaje célebre, si bien sólo en las más altas esferas del cine estadounidense. Bowers era un ex-marine que trabajaba en una gasolinera, desde donde llevaba un lucrativo negocio que consistía, básicamente, en acostarse con las estrellas o procurarles compañeros o compañeras sexuales.
Ahora que la mayoría de sus clientes y amigos han fallecido, Bowers se ha atrevido a contar su historia en el libro Full Service, que cuenta con el apoyo, nada menos, del legendario Gore Vidal. En un mundo en el que abundaba la homosexualidad y bisexualidad, pero donde se firmaban cláusulas “morales” en los contratos con las grandes productoras cinematográficas, los grandes del cine no tenían más remedio que buscar parejas a través de intermediarios como Bowers, quien asegura que todo empezó cuando Walter Pidgeon, protagonista de Qué verde era mi valle, lo “descubrió” en la gasolinera y le ofreció 20 dólares de aquel entonces para regresar con él a su mansión. Bowers tuvo relaciones con Pidgeon y con el novio de éste, ambos casados, que le rogaron que mantuviera la experiencia en secreto. Así lo hizo, pero Pidgeon se encargó de que sus amigos más influyentes conocieran la existencia de este joven apuesto y discreto. Poco a poco, Bowers recibía más y más visitas, no sólo de actores que buscaban acostarse con él, sino de actrices secretamente lesbianas que buscaban amantes y sabían que Bowers se las podía procurar (el propio Bowers cuenta que acudía para ello a sus amigos ex-marines y a sus novias, pero que nunca aceptó dinero por este tipo de servicio, sólo por prostituirse él mismo) e incluso estrellas heterosexuales que buscaban cierto tipo de persona o simplemente tener una aventura lejos de un matrimonio sin vida, a menudo de conveniencia o impuesto por sus agentes y productoras.
Algunos de los grandes nombres que aparecen en el muy detallado libro de Bowers son Errol Flynn, de quien cuenta que se emborrachaba y se quedaba dormido antes de consumar con las señoritas que el ex-marine le procuraba. Asegura que se acostó con Vivien Leigh y que le conseguía amantes a Rock Hudson, a Tennessee Williams y a Laurence Olivier, entre muchos otros. Pero seguramente su afirmación más escandalosa es la que se refiere a Eduardo VII, el rey británico que abdicó para casarse con la estadounidense Wallis Simpson. Según Bowers, ambos eran homosexuales, y el matrimonio era la tapadera perfecta para poder disfrutar, él con amantes masculinos y ella con amantes femeninas. Al igual que la pareja predilecta de Hollywood, Spencer Tracy y Katherine Hepburn.
Bowers asegura que disfrutaba del dinero, pero que lo mejor era, de hecho, el sexo. No abandonó sus costumbres hasta bien entrados los años 80, cuando el miedo al SIDA recorría el globo. Ya un anciano, recuerda aquellos tiempos con cariño y nostalgia; lo que opinarían sus amigos y clientes de este libro es algo que nunca sabremos.