Resulta difícil concebir, en nuestra era de redes sociales, teléfono móvil y correo electrónico, que no hace tanto tiempo los seres humanos se comunicaban escribiendo (sí, escribiendo, con pluma, o bolígrafo, o lápiz) sobre un soporte físico que luego se introducía en un sobre que era recogido y transportado por una empresa de correo. Seguimos recibiendo cartas, sí, pero en general se trata de facturas, extractos bancarios, tal vez alguna tarjeta de cumpleaños o de Navidad, o paquetes pedidos por internet. Es curioso pensar que personas como Voltaire y sus contemporáneos podían escribir diez epístolas al día, en un rabioso afán de estar “actualizado” que competía con nuestro interés contemporáneo por el e-mail o los mensajes instantáneos.
Con el tiempo, esas cartas en papel han ido desapareciendo, y aunque se conservan iniciativas interesantes como el postcrossing, en la que los participantes envían y reciben tarjetas postales unos a otros por todo el mundo, ya casi no las escribimos. Yo misma inicié un proyecto el año pasado que consiste en enviar poemas ilustrados por correo postal, y la respuesta de los participantes suele ser bastante entusiasta, ya que reconocen la rareza de abrir el buzón y encontrar algo que vaya más allá de recibos o publicidad. Algunos de nosotros incluso conservamos, con afecto, las cartas que nos enviábamos en una época en la que todavía se creaban textos manuscritos para los demás.
Para este mes de febrero, la escritora estadounidense Mary Robinette Kowal ha lanzado el reto de escribir una carta diaria (excepto domingos y posibles festivos). La escritora redescubrió el placer de enviar y recibir cartas al tomarse este septiembre pasado unas vacaciones de internet; al no estar conectada a la red, sus conocidos comenzaron a sustituir el correo electrónico por el tradicional. Disfrutó tanto de la experiencia que ahora anima a los demás usuarios de la red a apuntarse. Sólo hay dos reglas:
1.Durante el mes de febrero (de lunes a sábado), envía por lo menos un texto al día por correo postal. Puede ser una carta, un dibujo, un recorte, una tarjeta postal, no importa.
2.Responde a todos los que te escriban a ti. Estas respuestas también pueden contar como textos enviados.
Mary también proporciona algunas ideas para involucrar a otros amigos, como hablar del proyecto en tu Facebook, para que los que quieran que les escribas te manden su dirección, o en Twitter (el hashtag es #LetterMo, pero podría crearse uno específico para hispanohablantes). Y antes de que penséis “pero es que escribir una carta al día me llevaría mucho tiempo”, pensad en cuánto tiempo diario dedicáis a enviar emails, mensajes por redes sociales, mensajes instantáneos o sms; y considerad también el valor de conservar algo en papel, de abrir el buzón y encontrarlo ahí, de tomaros por fin algo de tiempo para relajaros y disfrutar del placer de escribir a mano.
¿Qué os parece esta iniciativa, os veis capaces de llevarla a cabo? ¿Conocéis otros proyectos similares que recuperen el ya casi extinto arte de la epístola tradicional?
Voltaire