Historia de un estado clandestino fue escrito por Jan Karski en 1944 y en él narra en primera persona sus vivencias tras la invasión nazi de Polonia. Karski es un joven de clase media con un futuro en el mundo de la diplomacia y que se enfrenta, al igual que su país, de manera confiada a una posible guerra con Alemania; la guerra relámpago y la humillación del ejército polaco por parte del ejército nazi con la subsiguiente ocupación son el inicio de esta biografía novelada. Karski escribe de manera ágil sin ahorrar demasiados detalles y consigue ofrecernos una visión clara de la resistencia polaca. Esta resistencia toma la forma de un estado clandestino estructurado y con contactos con el gobierno polaco en el exilio.
Karski es uno de los oficiales derrotados por los alemanes y hechos prisioneros por los soviéticos, en una demostración de que en Polonia saben perder guerras como nadie. Tras conseguir huir de los soviéticos comienza su regreso a Varsovia esperando encontrar noticias sobre la resistencia o supervivencia del ejército polaco pero solo encontrando pruebas de la gran derrota sufrida. Una vez en Varsovia consigue contactar con la resistencia y comenzar a trabajar para ellos.
En el libro veremos a Karski sirviendo de enlace entre Varsovia y París, ser descubierto por la Gestapo, torturado, rescatado, volver a trabajar como propagandista, … hasta que llega su misión más importante: viajar a Londres para contactar con el gobierno polaco y con el resto de gobiernos aliados e informar de la situación en Polonia, con su peculiar estado clandestino, y de la situación de los judíos.
En el relato se explican algunas de las maneras que encontró la resistencia polaca de luchar contra el poder prácticamente omnipresente de los nazis, creando una red clandestina bajo la premisa de “sin contacto hacia arriba” de manera que una detención o traición no afectara a la estructura o apelando al patriotismo polaco y a una actitud inflexible frente al ocupante. Los Volksdeutche era el nombre que se daba a los colaboracionistas con los nazis que conseguían prebendas en base a una más o menos creíble ascendencia germana y son los protagonistas de una de las acciones de boicot de Karski en su faceta de propagandista cuando está refugiado en la granja Sawa, una de las partes más ágiles del libro.
Pero sin duda, la parte más llamativa del relato de Karski es la relativa a la situación de los judíos en Polonia. Como parte de la preparación de su viaje a Londres, donde debe ofrecer la imagen más amplia y real de lo que está ocurriendo en Polonia, se pone en contacto con dos líderes judíos que consiguen introducirlo en el gueto de Varsovia y en el campo de concentración de Belzec donde es testigo de las ejecuciones. Los dos capítulos son terribles ya que se trata de un relato en primera persona de un testigo directo pero la totalidad de su horror llega varias páginas después cuando Karski les narra a una pareja alemana amiga lo que ha visto en Belzec. Belzec fue el primer campo de exterminio nazi y también el primero en desmantelarse y sus números son terribles: únicamente dos supervivientes del más de medio millón de personas, mayoritariamente judíos pero también gitanos o polacos, que se calcula llegaron al campo.
Creo que es un libro imprescindible para cualquier aficionado a la Segunda Guerra Mundial o a la historia, aunque por la manera de narrar de Karski y los temas que trata lo recomendaría sin dudar a cualquier buen lector. La edición de Acantilado es, como es habitual, muy cuidada con una introducción a la figura del autor y las circunstancias de libro y con extensas notas que apostillan la memoria del escritor, aunque, para los lectores perezosos a los que nos les gusta tener que buscar las notas a final de libro, tampoco son imprescindibles para seguir la narración.
Jan Karski
Historia de un Estado clandestino