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Escritores a la altura de sus personajes: Ian Fleming

AutorGabriella Campbell el 13 de diciembre de 2011 en Divulgación

Ian Fleming

Cabe la posibilidad de que nunca hayas oído hablar de Ian Fleming. Pero es casi imposible, a nivel internacional, que no hayas oído hablar nunca de James Bond. Aunque fueron las películas (y las inolvidables interpretaciones de actores como Sean Connery o Roger Moore) las que concedieron reconocimiento mundial al personaje, resulta que éste reflejaba, en alguna medida, la vida de su creador. Y no hablamos tanto del suave, caballeroso y taimado personaje interpretado por Timothy Dalton, sino más bien del brutal, peligroso e imperturbable personaje de Daniel Craig.

Antes de dedicarse a las novelas de espías, Fleming se dedicaba a, ¡sorpresa!, ser un espía. El Director de Inteligencia Naval de su nativa Inglaterra lo reclutó personalmente durante la Segunda Guerra Mundial. En poco tiempo ascendió a nada menos que Comandante, y era conocido por sus ingeniosos planes que pretendían, más que nada, confundir y enfadar al enemigo. Entre ellos destacó una estrategia por la que soldados británicos se hacían pasar por soldados alemanes heridos, asesinando luego a las tropas alemanas que acudían a rescatarlos, con la intención primordial de obtener documentos clasificados relacionados con la máquina Enigma, el famoso codificador que utilizaban los alemanes en sus mensajes secretos (para más información sobre Enigma y su equivalente británico, recomiendo la excelente novela Criptonomicón de Neal Stephenson). La operación nunca se llevó a cabo, para gran irritación del matemático Alan Turing y de los demás participantes en el proyecto. Fleming también formó parte de una importante operación de espionaje en España, llamada Goldeneye, que estableció su base en Gibraltar para poder reaccionar a tiempo en caso de que nuestro país decidiera alinearse con el Eje.

No contento con todo esto, Fleming se encargó de formar una unidad de asalto especial de 138 supersoldados que se especializaba en llevar a cabo todas esas actividades que tan bien se le daban al Sr. Bond (pero ante todo, lo que los diferenciaba de otros militares era que estaban entrenados para reconocer y proteger documentos e información importante). Tras la guerra, Ian se marchó a Jamaica a vivir la gran vida tropical, desde donde todavía confabulaba con los grandes políticos del mundo, en una residencia que le ofreció un ornitólogo llamado James Bond, que sería recordado por algo muy diferente a sus respetados libros sobre pájaros. Entre las propuestas más extravagantes de Fleming, destacaba aquella que presentó al propio presidente Kennedy (muy aficionado, por cierto, a las novelas de Bond): una campaña que desacreditara a Fidel Castro, utilizando la noción de que las barbas atraían la radioactividad, produciendo esterilidad. Parece ser, además, que el aspecto mujeriego del agente 007 también se inspiraba en la vida de Fleming, pero en 1952 finalmente abandonó sus costumbres de seductor de oro y se casó con la aristócrata Anne Charteris, con quien había tenido una relación atormentada desde hacía décadas, llena de celos, infidelidad y sexo sadomasoquista. En resumen, la realidad a veces supera la ficción, y por muy impresionantes que sean las aventuras de Bond, es interesante recordar que muchas de ellas estaban basadas en las experiencias de una persona muy real llamada Ian Fleming.

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