Es una constante, un continuo murmullo que llega desde las más altas figuras literarias, muchas de las cuales en edad ya respetable, y que no deja de molestarme. El último en manifestar su escepticismo ante las nuevas tecnologías ha sido el Premio Nobel Vargas Llosa, que ha manifestado:
No tengo nada en contra de Internet pero prefiero leer en papel. Mi temor es que el libro se frivolice como ha ocurrido con la televisión, que ha sido importante, pero no ha dado muchos frutos creativos
Está claro que no soy nadie para enmendarle la plana a Vargas Llosa, pero ya llueve sobre mojado y habría que romper una lanza por varias generaciones de autores que no contemplan el mundo digital como un invento del diablo. Está claro que la preferencia sobre los libros en papel es algo normal y entiendo que hoy por hoy la sensación física de uno a otro es muy superior en la edición tradicional. Las tipografías, la tinta, el tacto del papel, son parte de un ritual muy establecido y que va a seguir vigente durante años.
Sin embargo, no puedo estar más en contra de la segunda parte de sus declaraciones. Frivolizar la literatura por el mero hecho de su facilidad de consumo y transmisión. Quiero decir, si nos enfrentamos a una tecnología que puede llevar la literatura a cualquier parte del mundo, con costes muy reducidos, democratizando su acceso como nunca antes jamás en la historia había sucedido, no entiendo qué cliché snob puede llevar a considerar que un libro pierda aprecio por ser universalmente accesible.
Igual es que hay una confusión en cuanto a valor y precio. Un Quijote en formato electrónico descargable gratis desde Perú a España mantiene el mismo valor que cualquier otra edición en papel, sin que la obra, en mi opinión, se devalúe. ¿Se referirá Vargas Llosa a que con la llegada de Internet cualquiera puede escribir, publicar un libro, subirlo a la red y que se codee con los suyos? La democratización de la cultura lleva a que pase algo parecido. ¿Se devalúa la obra de Vargas Llosa por aparecer en un listado junto a autores desconocidos? Sólo si se piensa que Internet es un sitio sin algún tipo de criterio, algo que no es cierto. Está claro que estamos todavía dando los primeros pasos para eliminar el constante ruido que provocan miles de personas hablando, trabajando y compartiendo el mismo espacio, pero que no se equivoquen Vargas Llosa y muchos de los grandes autores que miran con recelo a Internet: se seguirán escribiendo grandes obras y nacerán nuevos escritores.
De todas formas, me pregunto si la literatura no está ya lo bastante frivolizada con los libros en papel de toda la vida. Quizá Vargas Llosa hace tiempo que no visita el apartado de libros de una gran cadena librera o de un centro comercial. Sinceramente, pienso que la selección democrática que puede proporcionar la red dará como resultado éxitos menos frívolos que los que el actual sistema editorial nos ofrece cada temporada navideña.
Mario Vargas Llosa