Si hay una editorial que se ha ganado a pulso el respeto de sus lectores gracias a la calidad de sus contenidos y al enfoque crítico de sus ediciones, esa es Cátedra. Con más de cien novedades anuales, se ha dedicado, desde 1973, a producir libros de todo tipo, distinguiéndose siempre por el cuidado con el texto y el mimo por las letras. Es, tal vez, una editorial “de fondo”, es decir, una marca que produce todos esos libros que hemos necesitado alguna vez, bien como consulta o bien como lectura obligada, en ediciones económicas de formato y diseño sencillo. Cátedra ofrece el fondo de armario de nuestra biblioteca, los vaqueros y camisetas del mundo del libro.
Pero esta apreciación no es del todo cierta. Cátedra, aunque sea conocida por prólogos y anotaciones infinitas, en ocasiones más largas que la propia obra publicada, lleva un tiempo ampliando sus colecciones y multiplicando sus ramas. Y ahora anuncia la inauguración de una colección de literatura popular.
¿Qué es lo que espera uno ante la definición literatura popular? ¿Literatura del pueblo? ¿Éxitos comerciales no reconocidos por la crítica? ¿Obras que han ilustrado la infancia de muchos de nosotros sin la pátina del canon? Al conocer los contenidos programados para la colección, parece ser que literatura popular hace referencia a los subgéneros, a los clásicos de novela que pertenecen a géneros denostados a lo largo de los años. Se refiere, en definitiva, a la fantasía, al terror y a la ciencia ficción.
Cierto es que la propuesta incluye títulos propios de literatura pulp procedente de todo el siglo XX, a los BEM de otro tiempo que en España nunca pudimos disfrutar con traducciones ni ediciones correctas. Pero también incluye obras de calidad más que demostrada, que escapan desde hace años del círculo de lo kitsch, de lo mediocre, de lo popular. Hablo de Stanislaw Lem o de Lovecraft, cuya inclusión en la selección de Cátedra no responde a un criterio de popularidad, sino al simple hecho de pertenecer al género especulativo. Cátedra asegura que lo que implica esta colección es lanzar preguntas al canon literario, al orden establecido, y lo hace denominando como popular a un conjunto de obras que se distinguen claramente por el género, no por su calidad canónica, menospreciando en cierta manera la validez de la obra de ficción especulativa como entidad propia, estableciendo hasta sus títulos de mayor prestigio como literatura de los márgenes. Por otro lado, y con independencia de nombre y definiciones, a veces tan perjudiciales, es de agradecer la posibilidad de contar con estas obras, muchas de ellas sólo disponibles en ediciones de baja calidad (o directamente no disponibles). Y es de agradecer también que el prestigio asociado a Cátedra pueda vincularse a algunas obras de valía demostrada, llámense populares, o como quieran definirlos, con sus correspondientes anotaciones y estudio crítico.
Eso sí, no son los primeros ni los únicos interesados en dignificar la literatura del pueblo. En el Facebook de Valdemar, editorial especializada en la denominada “cultura popular”, la respuesta no se ha hecho esperar:
En Valdemar llevamos años haciendo precisamente eso que tanto preconizan (…). Dicen que son los primeros en prestigiar la literatura popular y patatín patatán… Valdemar no existe, queridos amigos, los libros que tenéis en casa son una alucinación…