Curiosamente, a pesar de la expansión tremenda del libro en los últimos siglos, la figura del escritor sigue gozando de un prestigio admirable, y la profesión de autor remunerado está, sin duda, muy codiciada. Poder escribir y vivir de lo que uno escribe es una meta cada vez más popular, y ya que quien más y quien menos ha hecho sus pinitos en esto de juntar palabras con intencionalidad estética, cada vez hay una mayor oferta de producción literaria, que sobrepasa con creces la capacidad de las editoriales y de los propios lectores. Y siempre está, por supuesto, el factor de la calidad, teniendo en cuenta que sólo un porcentaje mínimo de estos aspirantes a autor ofrece una plausibilidad comercial que pueda interesar a las empresas de edición, debido a los elevados costes asociados al libro tradicional.
Y esto, claro, está cambiando, en un proceso evolutivo que se antoja infinito. Con la aparición del monstruo comunicativo que es Internet y el crecimiento, por otro lado, del libro electrónico, nos encontramos con vías de salida para la escritura que antes no podrían ni imaginarse. Dentro del proceso de la autoedición, por el que es el propio autor el que edita y controla la salida al mercado de su obra, surgen interesantes ofertas que van más allá de la producción en papel. Ya hemos mencionado en alguna ocasión la existencia, sobre todo en EEUU, de novelas seriadas que se publican de manera periódica en Internet, que obtienen su rendimiento económico a través de donaciones y pagos de los lectores, ansiosos por conocer cómo se desarrollan las historias de estos expertos del folletín. Suele tratarse de obras de corte romántico, erótico o de aventuras, géneros en los que encaja a la perfección el cliffhanger, ese final de capítulo que hará que los lectores deseen avanzar para conocer el desarrollo de la trama, y la elaboración de intrigas épicas con personajes siempre en evolución. Un ejemplo potente es la obra Lovers and Beloveds: An Intimate History of the Greater Kingdom, de Meilin Miranda, que tras un inmenso seguimiento por internet, a través del cual la autora actualizaba de manera periódica la obra (con una sección de pago para poder leer la obra completa), pudo llegar a publicarse en papel gracias a las donaciones recibidas por Crowdfunding (en España contamos para este tipo de financiación colectiva con el proyecto Lánzanos), gozando de unas ventas más que notables. En cualquier caso, en EEUU sigue tratándose de obras cuya finalidad última es verse impresas, mientras que, en otros países, esa concepción del libro comienza a cambiar de una manera mucho más significativa. La gran novedad, y la oferta de un sistema rentable para las tres partes fundamentales implicadas (editorial, escritor y lector), viene de la mano del modelo freemium, que China ha sabido adaptar al mercado literario. De ello hablaremos en la segunda parte de este artículo.