La primera vez que tuve en las manos Ojos de agua fue en la Semana Negra de Gijón, hechizado por los ojos de serpiente del librero de Negra y Criminal. Acababa de salir como novedad de Siruela y me lo vendió a las primeras de cambio. Creo que me lo leí en el hotel, antes de volver de esos días locos de libros, comida y sidra que componen el festival gijonés.
Me encantó. Aunque pecaba un poco de primera novela, tenía varios aspectos en los que mejorar, la verdad es que, un poco harto de tanto investigador extranjero, se agradecía esa calidez que transmitía Leo Caldas. Luego llegó La playa de los ahogados, segunda entrega de las investigaciones del gallego, en la que, también a mi juicio, Domingo Villar consiguió una novela casi redonda.
Pero el ritmo al que funcionan los mercados internacionales no deja de ser curioso. Es ahora cuando Ojos de agua se está haciendo un nombre en Europa y tras sus primeras traducciones ha pasado por ser finalista del Crime Thriller Award en Inglaterra y ahora salta a Suecia siendo finalista a Mejor Novela Negra traducida al sueco en 2010.
No nos engañemos, la noticia es que después de tanta invasión sueca (y noruega y finlandesa y danesa y hasta islandesa) uno de los «nuestros» está dando el paso contrario, remontando el Báltico y colándose en sus propios premios. Eso sí, la competencia es dura, enfrentándose a nombres como Arnaldur Indridason, Reginald Hill o Iain Pears. Con suerte, esa misma fascinación que crean los autores suecos con su país, tan parecido y diferente al nuestro, servirá, esta vez en dirección contraria, para que esa Galicia costera y húmeda se gane el favor del jurado. Y si no es así, no pasa nada, La playa de los ahogados tiene el éxito asegurado el año que viene.
A todo esto, ¿cómo va la tercera novela protagonizada por Leo Caldas? A ver si con tanto viaje y festival nos va a descuidar la escritura. Hasta ahí podríamos llegar. Necesito recetas nuevas, que las de Camilleri llevan todas anchoa.
Domingo Villar
Ojos de agua