Christopher Moore es un autor con un sentido del humor muy particular, capaz de realizar obras surrealistas y darles un toque de realidad que es marca de su estilo personal. La comedia del diablo fue su primera novela publicada en 1992, y se nota que todavía tenía que pulir un poco sus herramientas literarias.
Moore es más conocido por obras posteriores, como ¡Chúpate esa! o La sanguijuela de mi niña, consiguiendo crear a su alrededor un grupo de fieles seguidores adictos a ese juego entre realidad y ficción que sabe crear tan bien. Por otro lado, hay un montón de lectores que no acaban sus libros, ya que no entran en ese juego literario y metarreferencial con el que construye sus historias.
En La comedia del diablo, Moore plantea ciertas bases de su universo personal, como es el pueblo de Pine Cove, un trasunto de esos pueblecitos de Nueva Inglaterra tan típicos de las novelas de Stephen King, junto con algunos personajes recurrentes. La historia no deja de ser peculiar: Travis es el amo de Engañifa, un demonio malvado y cruel, con quien lleva más de 80 años en los que no ha envejecido un sólo día. Travis va a su ritmo, pausado y sin prisas, mientras que Engañifa ya se está impacientando de su presencia. La aparición de un viejo Djinn, enemigo mortal del demonio, acrecentará el caos en la vida de algunos de los tranquilos habitantes de Pine Cove.
La novela se lee con agrado, sobre todo si el lector es aficionado a la literatura fantástica y comparte con Moore los referentes. Hay muchísimas bromas y guiños literarios con los que entretenerse si se coge el libro con ganas, aunque es cierto que Moore abusa demasiado de esa complicidad y presta menos atención al cuidado de la narración que en obras posteriores.
La comedia del diablo me ha hecho pasar el rato, no puedo negarlo, y aunque me ha encantado la inclusión de un H.P. Lovecraft reencarnado en dueño de cafetería y experto en lenguas muertas, entiendo que son precisamente ese tipo de personajes los que lastran el total de la obra para aquellos que vienen de fuera. Moore carece de la capacidad de otros autores, como Jasper Fforde, para no divagar demasiado y prestar más atención a la broma que a la trama.
En resumen: un libro que se lee rápido, tiene unos golpes de humor buenos y se olvida con facilidad debido a su estilo poco elaborado.
Christopher Moore
La comedia del diablo