A pesar de las cada vez más comunes restricciones de peso y espacio cuando llega el anhelado momento de viajar por vacaciones, parece ser que el libro (o libros) sigue siendo uno de los elementos más comunes que incluimos en maletas, bolsos y equipaje en general. No en vano el verano es seguramente la época del año con mayores ventas de libros, ya que la oportunidad de tumbarse junto a la playa o la piscina, o de enfrentarse con trayectos de larga duración, nos anima a ponernos al día con una actividad que, con el trajín del día a día, tenemos más abandonada: la lectura. ¿Pero qué libros son los que llevamos con nosotros de vacaciones y, más importante, nos los leemos?
Para aquellos para los que la lectura es un acto público, de demostración, urge hacerse ver con algún clásico de la literatura universal, o con alguna recomendación oscura de libreros y webs alternativas. Sin embargo, desde un punto de vista práctico, ¿es Guerra y paz el libro más recomendable para descansar junto a la orilla? ¿Y la recopilación de poesía dadaísta, es manejable para las siestas post-paella? ¿No preferiría el lector, en una situación semejante, tener entre sus manos algo más ligero y de fácil digestión? Los blogs y webs de lectura recomiendan obras intermedias: generalmente superventas bien considerados como la saga Millenium o cualquier cosa de Murakami. El thriller sueco, sin embargo, no se limita a Los hombres que no amaban a las mujeres, otros escritores del helado norte como Camilla Läckberg o Anna Jansson están haciendo mella en los lectores de nuestro país, y otros escritores del lejano oriente empiezan a verse también en nuestras estanterías y en nuestras maletas, como la exitosa Banana Yoshimoto.
Tal vez lo más inesperado de este verano ha sido la irrupción de lo fantástico en las bolsas de viaje. Tras el creciente éxito de obras consideradas de ciencia ficción como La chica mecánica de Bacigalupi, parece que ciertos géneros tradicionalmente considerados menores podrían hacer las delicias del lector generalista. Tras el apabullante éxito de El señor de los anillos gracias a las películas de Peter Jackson, la creación de la serie Juego de tronos por parte de la siempre meritoria cadena estadounidense HBO ha sido el incentivo necesario para que aquellos que todavía no conocían la obra de George R. R. Martin puedan acercarse a la fantasía épica sin complejos. La oferta de Martin de una épica para adultos aleja la imagen de lo fantástico como literatura juvenil y nos acerca a una saga de lectura rápida y trepidante, que puede ser devorada con la misma voracidad que un Dan Brown o un Ken Follett (pero tal vez con más orgullo). Y si uno no quiere tener que cargar con varios tomos de tamaño poco manejable llenos de Lannisters, Starks y Targaryens, siempre puede recurrir a un lector electrónico, con la ventaja de poder leer absolutamente cualquier cosa sin temor a quedar poco (o demasiado) intelectual frente a sus compañeros de vóley playa.