A muchos lectores actuales el nombre de Isabel Salueña no les sonará de nada. Y si recurren a los lugares habituales de la world wide web para buscar información se llevarán una sorpresa: ni siquiera tiene referencias en Wikipedia. Y lo que no está en Wikipedia, desgraciadamente, parece que no existe.
Pues Isabel Salueña, que murió recientemente a los 84 años de edad y después de una convalecencia causada por un cáncer, existió, vaya que si lo hizo: estamos hablando de una de las escritoras más leídas de los años 60 y 70 en España, y desde luego de una de las más prolíficas, contando en su haber la friolera de más de medio millar de obras. Sí, más de 500 libros, han leído bien. En realidad, de casi 600 libros publicados a lo largo de aproximadamente dos décadas, lo que da una media de más de dos obras al mes. No siempre fue así: llegó a entregar a Bruguera, la editorial para la que trabajaba, cuatro libros al mes.
Isabel Salueña, a estas alturas ya muchos habrán atado cabos, era autora de “bolsilibros”, esos libros de pequeño formato que “enseñaron” a leer a toda una generación de españoles. Los bolsilibros tocaban gran cantidad de géneros, siendo especialmente famosos los “westerns” (¿quién no ha tenido en sus manos una obra de Marcial Lafuente Estefanía?), los de terror (con Ralph Barby, perdón, Rafael Barberán como máximo exponente y casi mil libros salidos de su fecunda imaginación), los de ciencia ficción (con Ángel Torres Quesada, alias A. Thorkent, por ejemplo) y, por supuesto, los enfocados al público femenino, no menos populares, por cierto, y cuya autora más popular, que no la única, fue Corín Tellado. Tellado es la segunda autora más leída en idioma español, sólo por detrás de Miguel de Cervantes, y según muchos la más vendida de la historia. Con casi 4000 títulos a sus espaldas (el número no es una errata: cuatro mil obras publicó esta autora asturiana) también debe ser la más prolífica de nuestras letras.
Salueña, al igual que Tellado, publicó novela “rosa”. Empezó a escribir más tarde (Tellado publicó por primera vez en 1946) y lo dejó mucho antes, en los años 70 (Tellado, fallecida en 2009, siguió publicando hasta dos o tres años antes de su muerte). Al contrario que Tellado, que solía escribir sobre mujeres corrientes de su tiempo, Salueña hizo lo que muchas otras autoras: situar la acción en lugares remotos y exóticos, y convertir en protagonistas a mujeres “especiales”. Con la llegada de la democracia los gustos de las lectoras cambiaron radicalmente: Tellado no tuvo ningún problema en seguir siendo del gusto del público, pero a Salueña sus editores le pidieron que cambiara sus planteamientos para adaptarse a los nuevos tiempos, algo a lo que ella no estuvo dispuesta.
Cada vez quedan menos autores de bolsilibros con vida. No es una afirmación catastrofista, es simple ley de vida. Tal vez deberíamos, ahora que todavía estamos a tiempo, concederles a estos autores el reconocimiento que se merecen. Después de todo, a Corín Tellado le dieron la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo en 1998, ya anciana y después de toda una vida entregada a su profesión. En otras ocupaciones las autoridades no tardan ochenta años en felicitar públicamente a quien lo merece.